miércoles, 16 de noviembre de 2011

El Cielo en la Tierra


Las palabras de hoy son especiales para mí. Durante tiempo las he mantenido en la privacidad, pero hoy he sentido la guía de los que me acompañan, conforme debía de expresarlas para todos aquellos que las leáis. Por lo que parece, ha llegado la hora de manifestar lo que durante años fue información para mí ser. Mis acompañantes me han comunicado que os las ofrezca.
Con toda mi humildad y desde el corazón os las transmito:

Llevo muchos años conectando con el Hogar de donde todos procedemos. A medida que va pasando el tiempo de nuestra dimensión, las puertas con las dimensiones superiores a la nuestra van abriéndose, cada vez más.
Mi vida ha ido abriéndose paso entre la dualidad, llegando a un punto donde dejé de aceptarla, adentrándome hacia el mundo sutil de lo no material.
Vivía en la materia, pero mi mundo interior seguía su instrucción hacia la espiritualidad del ser, dejando de identificarse con lo enseñado e instruido desde el raciocinio, la cultura, las pautas sociales y la religión de donde nací.
Mi ser necesitaba una liberación y decidí, en su momento, manifestar el libre albedrío para sentir y recordar quien era yo con todo mi potencial según mi naturaleza, que por supuesto, no era la forma.
A medida que iba creando mi espacio, iba conociendo el ser que era. Recordaba vidas pasadas, entendiendo mi presente. Retiré el velo vetado durante años y pude ver, sentir y comunicarme con mis hermanos de la Luz, habitando en la quinta y otras dimensiones.
Me hablaron durante años y la manifestación de mi potencial, Uno con ellos, iba en aumento.
Empecé de una manera notoria a entender el por qué de ciertas sensaciones e inquietudes, así como el entendimiento de mi ser y mis preferencias en este mundo actual. Iba entendiendo mi vida y la de los demás. Mi universo interior era Uno con el universo físico y el de todos los que me rodeaban.
Durante años recibí una formación espiritual por parte de mis hermanos de luz, como les decía. Se me presentaron todos los que en aquel momento formaban el equipo de la Hermandad de la Luz, mis guías, que velaban por todo mi ser, mi alma.
Uno a uno fueron presentándose comunicándome el por qué de su presencia en mí. Entendí mucho más, entonces, el por qué estaba siendo lo que era y todo lo que sentía.
Mi alma se elevó más allá de lo terrenal.
Con ellos supe qué había venido a hacer, y con el paso del tiempo tridimensional, sabiendo cada vez más, cómo llevar a término mi función en esta vida.
Varias veces, en diferentes momentos me transmitieron lo que había venido a hacer. Supe en seguida, que esto debía ser así. Hubo una resonancia interna en mi interior, mostrando unos síntomas físicos en mi biología que aprendí a interpretar cuando algo que “oía o sentía” sintonizaba y resonaba con la veracidad y la certeza en mí, según un Gran Plan Divino:

 
“Traerás el Cielo a la Tierra.
Abrirás los corazones y las puertas de todos aquellos
que vengan a ti para liberar sus limitaciones y
mostrarles el camino de su divinidad.
Les mostrarás el camino para llegar a Mí, el Dios que cada uno es.
Serás puente para que pasen de la dualidad a la divinidad,
y puedan mostrarse según su verdadera naturaleza.
Tu palabra será la mía.
Yo seré quien hablará a través de ti.”

Durante años estuve en la discreción, instruido por Seres de la quinta dimensión y más.
Llegó un momento que para poder llevar a la humanidad el mensaje recibido a lo largo de los años y lo pactado para esta encarnación, me “hicieron bajar a la terrenalidad”. Fue tan brusco el acercamiento a las vibraciones de esta dimensión que lo que viví, fue como “una adaptación comprimida” – en poco tiempo- porque mi función necesitaba manifestarse dentro de poco. “Bajé de la nubes” – como se diría – para conocer a la humanidad del día a día, enraizada fuertemente a una dualidad.
Tenía que experimentar el convivir con todas las emociones más humanas, y aprender a la vez, saber mantenerme conectado en mi centro interior. Aprendí a vivir en la materia para poner mi Luz allí donde se requería. Cuanto más aceptaba las vibraciones de los demás, más fortalecía las mías sin dejarme llevar por ellas. Para mi condición humana fue un “duro golpe”.
Actualmente sirvo a la Fuente de Todo y Todos, siendo Uno con ella y con todos los seres más allá de nuestra dimensión.
La discreción en la cual me encontraba, hicieron que fuera cambiada por la presencia, cada vez más constante en mi entorno.
Mi corazón me dicta qué hacer a cada instante, siendo protegido, velado, guiado y amado por mis hermanos de la Luz, que juntos, llevamos a término la Voluntad Divina.
Ayudo a Despertar las Consciencias y que el ser humano pueda dar un paso más para liberar y manifestar la divinidad que es.
Con toda mi humildad expreso estas palabras impulsadas por los designios de mi verdadero ser, y mostrar así, la Voluntad Divina en mí.
Soy Uno con vosotros, de igual a igual, unidos por el corazón y la naturaleza que somos.
Todos somos Uno, donde cada uno aporta su presencia, y hacer así, aquello que hemos venido a hacer, elevando la vibración de nuestro amado planeta y la consciencia colectiva de la humanidad.
Sigo el camino de lo pactado en mí con Amor, Aceptación y Comprensión.
Recordar nos llevará a la opción de manifestar con plenitud al verdadero ser que somos.

Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros.



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