miércoles, 18 de septiembre de 2013

Hacia la salida


Voy bajando las escaleras hacia la salida, y a medida que voy bajando, voy encontrándome con situaciones que me hacen tomar una actitud de esclarecimiento en diversos aspectos de mi vida, siendo a la vez, parte de mi integridad y reafirmación.
Me encuentro con aspectos que se ponen ante mí, habiendo de tomar una decisión de firmeza, sin titubeos. Como pruebas que se me van presentando, debo de resolverlas  para poder llegar a la salida. Cuando más lo hago, más ligero me siento con una mayor sensación de seguridad, fuerza y capacidad de saber qué hacer y qué ya no continuar.
Me dirijo hacia la salida. Sé que estoy yendo en la dirección adecuada. Sigo los indicadores de mi camino. Sí, me siento liberado por haber tomado decisiones en relación al camino a seguir. Estoy llevando a término la misión de mi encarnación, y en estos momentos, bajando las escaleras de una manera de vivir, me doy cuenta que estas son de bajada, porque una vez esté fuera, la ascensión será llena de gozo y alegría.
Veo la Luz de la salida. Esta me orienta para continuar siguiendo los escalones de lo qué será.
Cuanto más bajo, mejor me siento. Cuanto más decidido estoy, más alegría y bienestar hay en mí.
Llego al hall de la vida que acepté entrar y vivir. Hay mucha luz fuera de aquí. Mucha. Me dirijo a ella y es tanta la alegría que hay en mi ser, que me doy cuenta que todo lo que se me está presentando ante mí está acelerando mi caminar firme y seguro para llevar a término lo que he venido a hacer en este planeta.
Me paro un momento y siento la intencionalidad divina en todo lo vivido. Me doy cuenta del sentido de mis experiencias. Mi corazón me guía y hago en todo momento, aquello que siento en mi interior. Sé que es la dirección adecuada. Se sabe. No puedo ni quiero luchar contra lo absurdo y lo incongruente. La locura de lo irreal solo pertenece a aquel que se encuentra alejado de su alma, viviendo en el dolor de la ignorancia espiritual.
Me siento liberado. “Dejar las cosas claras permite reafirmar tu integridad y avanzar con más fuerza e intensidad por el sendero de lo qué has venido a hacer”.
¡Basta! Dejo de bajar más escalones, porque ya he llegado a la planta de la salida. Continuar como hasta ahora, me llevaría a la oscuridad de la limitación personal.
Veo como los escalones continúan yendo hacia abajo, muy abajo. Yo, parado en ellos y con la luz de la salida ante mí, contemplo como la escalera llega hasta las tinieblas del alma. Veo, también, como alguien intenta subir después de haber bajado muy hasta el fondo. Se han dado cuenta que no es necesario, ni quieren, continuar con su pasado. La inercia les ha llevado a seguir una rutina debido a sus creencias y miedos.
Todo esto sucede en un instante de tiempo. Contemplo la salida y me dirijo a ella. Rayos del exterior van entrando en este espacio. Decido salir e ir hacia la Luz.
Estoy justo al umbral de la puerta y me paro. ¡Quiero sentir! Siento como una voz me dice: “¡Ven! ¡Ven!”. A través de esta especie de neblina medio transparente y blanca, veo a mis hermanos angelicales y otros seres del Hogar. Doy un paso adelante para cruzar la puerta y veo feroces entidades provocándome y como atacándome. Inmediatamente doy un paso atrás. Conecto con aquel quien yo soy, y poco a poco voy cruzando el umbral de lo “que nos pensamos y lo que es”. Veo que estas imágenes de oscuridad han sido reflejos de espejos y cristales, donde todo aquel que quiere dar un paso, da la sensación que al otro lado de la puerta no deben de ir porque es peligroso. La densidad quiere asustar a todo aquel que quiera cruzar hacia la luz. Al final, aquel que es decidido lo hará y se dará cuenta que solo son sus miedos los que le impiden o impedían avanzar y acabar de dar el paso para llegar a él mismo y el Hogar. Han sido como espejos reflectantes que querían impedir que las almas sean ellas mismas, y que deben de continuar con la sensación de incapacidad porque la dualidad pueda alimentarse de estos miedos y sensaciones de baja vibración para poder subsistir. Todo y así, cada vez veo más seres que cruzan la puerta. Aquí no es como nos han dicho estando al otro lado, dentro de aquel edificio, de nombre vida actual. 
Aquí donde me encuentro ahora no hay baja vibración, todo es gozo y alegría para continuar el camino. Aquí no hay limitación. Aquí sentimos nuestra verdadera naturaleza, nuestra fuerza y el amor que somos y hemos sido en todo momento, pero que ahora, después de los pasos dados en nuestro camino, hemos conseguido darnos cuenta que nada era, que nosotros no éramos como nos han hecho creer, y que aquel quien yo soy, nada tiene que ver con aquel quien me pensaba que era.
Aquí todo es claro y puro. Todo es sinceridad y sabiduría manifestada en nuestras decisiones. No hay duda, temor, ni nada de esto.
Giro la cabeza mirando atrás y veo como otros seres, en cuentagotas, van cruzando también la puerta de quienes no éramos. Yo los miro y les hago una sonrisa. Ellos también se sienten más ligeros y diferentes a momentos anteriores. Todos, una vez cruzado el umbral del sueño, se dirigen a diferentes direcciones de la luz. Es como si seres de este lado les estuvieran esperando, y quien llega, reconoce contento, a aquellos que se han comunicado con él mientras vivían en una dimensión de la materia.
Hay seres de Luz de todo tipo, y cada uno reconoce a los que le ayudarán y trabajarán juntos a partir de ahora.
Veo a algunos que quieren travesar la puerta pero se asustan y vuelven atrás. Incluso hay quien vuelve a las escaleras y las continúa bajando pensando que este no era su planta. Todo sigue su curso. Cada ser que llega a esta planta baja, actúa según siente y el proceso en que se encuentra.
Lo observo con una sensación de plena aceptación por mi parte de aquellos que veo que vuelven atrás o continúan descendiendo, ahora un escalón, ahora otro, ahora uno, ahora…… Es una sensación de pleno amor hacia todos aquellos que todavía no tienen la fuerza necesaria, y la consciencia adecuada para darse cuenta que solo son miedos infundados, lo que limita su avance. Lo contemplo desde la serenidad, como un simple observador, sintiendo que aquello que veo es lo adecuado para su alma.
 Hago una sonrisa al sentir conforme todo está en perfecto orden. Vuelvo a girar la cabeza hacia adelante y veo a aquellos que han esperado mi venida y ahora están aquí conmigo.
Veo que me sonríen.
-        ¡Vamos! – les digo, poniéndome a andar.
Mientras nos estamos adentrando cada vez más en esta Luz, les pregunto:
-        ¿Y ahora qué?
-        Es la hora de tu Voluntad Unificada – me responden.
-        ¿”Unificada?”, ¿con quién?
-        Con aquel quien tú eres – me responden.
 
Me pongo a llorar por la emoción sentida y continúo avanzando con ellos, juntos, sintiendo el amor puro e incondicional de aquel quien yo soy.
 

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