miércoles, 16 de abril de 2014

Instaurando el Cielo en la Tierra

Son tiempos duros para el ser humano que está dejando su humanidad para conectar y manifestar su verdadera esencia. Tiempos no elegidos, pero encontrados y anhelados por una gran parte, como predecesores del nuevo ser a punto de manifestarse. Un proceso que nos hace contactar con la parte no iluminada de nuestro interior para que nuestras energías puedan elevarse, activar aquellas partes de nuestro ADN y poder mostrar, por fin, la verdadera Divinidad que cada uno es.
Grandes movimientos energéticos están sucediendo en nuestra galaxia y universo. Grandes mareas energéticas están llegando a nuestro planeta, así como radiaciones gamma de las erupciones solares y más allá de nuestro sol.
El centro del Universo está recolocando y transmutando sus energías. Nosotros somos parte de él, y en consecuencia, como seres en la materia, lo que sentimos y experimentamos hace que nos preguntemos: ¿Qué está pasando? ¿Qué sucede? ¿Qué me pasa? ¿Por qué llevo un tiempo con estos movimientos internos? ¿Por qué parece que mi vida no avanza?; o bien: “me siento mal y no sé lo que me pasa”, “me siento cansada, extraña y no sé por qué”.
Hay toda una sintomatología inducida por estos grandes cambios en nuestro planeta y en los seres que la habitamos. Llevamos desde febrero que la nueva energía está trabajando con nosotros como pocas veces lo ha hecho a lo largo de nuestra existencia.
Tranquilizaos, amada familia, porque nos estamos acercando, uniendo y unificando. Para esto, debemos de liberar y transmutar. Estos son tiempos donde “la incomodidad” del cambio se manifiesta desde el Amor de la Voluntad Superior, a la cual todos estamos colaborando.
No temáis, amada familia encarnada, porque lo que sucede no es según nuestra mente. Lo que veis, no es tal cual. Lo que sentís tiene una finalidad superior amorosa, fruto de nuestra intencionalidad inicial.
Nuestra alma se alegra y se nutre de las nuevas energías. Nuestro ser, a menudo regido por nuestro raciocinio no comprende lo acontecido por la distorsión obtenido de a vida debido a unas creencias inculcadas y aceptadas como propias. Por eso, se necesita una liberación del viejo ser (quien fuimos y aparentamos) para mostrar al verdadero ser que hay en cada uno de nosotros para dar paso a la Divinidad que somos.
La restructuración y “las obras” de nuestro interior están en marcha. Se está produciendo la mayor regeneración energética del ser humano para dar paso al ser divino.
Lo que sentimos nos hace entrar en contacto con aquellas partes de nosotros que nos ancla a la dualidad. Elevar nuestras energías comporta liberar la densidad que hay en nosotros, y poder sentir así, la majestuosidad de nuestra esencia en este plano dimensional que nos encontramos. Al elevarnos, elevamos el planeta y viceversa. Al elevar el planeta, damos sentido a la Creación y magnificamos a Dios, al Amor en nuestro amado universo. Así nos unificamos todos y ayudamos, a la vez, a “purificar” y unir a todos los seres del universo en el cual nos encontramos.
Es un intercambio constante entre todos los miembros de la creación. Unos nos ayudamos a otros.  Los corazones se abren y nos vamos acercando los unos a los otros.
Este proceso que estamos viviendo nos permite abrir y activar más nuestra conciencia, dependiendo de nuestra actitud ante lo vivido, experimentado y sentido.
Son momentos gloriosos para la transformación de la humanidad y el planeta. Son instantes de gloria y alegría para todo el universo. El pilar de estos acontecimientos se basa en el Amor. Los cambios que se reflejan en nuestro entorno, están dirigidos por el Amor de unas consciencias despiertas y la aportación del servicio de nuestros hermanos más allá de nuestra dimensión actual.
Lo que aparenta ser, no es. Las “obras celestiales” están siguiendo su rumbo adecuado. Esta restructuración energética es impactante para las resistencias humanas y un sentido de agradecimiento y gozo para todos aquellos que despertaron en su momento, llevando de la mano al ser humano hacia su divinidad.
Nos encontramos en tiempos muy importantes para el proceso existencial de nuestro mundo y de las almas que en él nos encontramos. No volveremos a vivir momentos como estos. Somos unos afortunados de ser partícipes de esta nueva creación en el universo: una nueva humanidad y un nuevo mundo. Todo se confabula para que así sea y los que habitemos en esta nueva etapa en nuestro camino podamos vivir en armonía, paz, consciencia y amor con la tierra y el resto de nuestra amada familia encarnada y del Hogar, del cual todos procedemos.
Las obras siguen su curso. Cada vez más, iremos sintiendo el nuevo estado interior en cada uno, percibiendo el Hogar en nosotros. Todo lo que está sucediendo en estos momentos en nuestro proceso es la preparación para que el Dios que somos pueda manifestarse.

Se está preparando el hogar en cada uno, para que el Cielo sea en la Tierra.

¡Tú eres el Cielo! ¡Eres la Tierra prometida! ¡Tú eres aquel quienes todos esperamos!
 

Gracias por ser tú y por colaborar en el Gran Plan Divino donde todos aportamos nuestra parte.

Lo que está sucediendo es que lo Humano está dando paso a lo Divino.

 
¡Gracias por ser y estar!

 

Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros.

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