jueves, 12 de marzo de 2015

La valentía de un alma

 Hoy quiero hablaros de un ser amado. Una mariposa que sus alas empiezan a descolorirse en un proceso acelerado.
Una niña pequeña que ahora, en la lejanía del tiempo, ve como sus recuerdos empiezan a difuminarse cada vez más. Una niña obediente de todo lo  que le decían sus padres, bien con palabras, con lo que veía, bien con sus actitudes. Esta niña, ahora adulta, vive del pasado de esta obediencia inculcada.
Hoy quiero hablaros de un ser amado. Quiero decir unas palabras, que seguro algunos de vosotros también conocéis a alguien o tenéis a un ser cercano que vive la misma situación.
Los síntomas son evidentes y característicos. El declive llega a todos ellos. La vida continúa siendo sus pasados en el ahora.
Me he sentido impulsado a decir unas palabras en relación a cuando dejamos de ser nosotros y nos entregamos a nuestro exterior o a alguien en concreto. ¡Hasta dónde podemos llegar cuando dejamos de ser nosotros!
Esta niña continúa viviendo en blanco y negro. Se ha olvidado que existe el color en nuestra vida y el vivirla pueda ser gratificante y lleno de bienestar.
¡Hasta qué punto nos lleva el dejar de ser nosotros! Anulación absoluta e incapacidad para reconocer que uno mismo puede sentir, pensar o decir algo diferente a lo estándar o nuestro exterior, y que diciéndolo, nuestra vida continuaría con mayor bienestar interior.
Cuando dejamos de ser nosotros, nuestro ser se anula, abriendo la puerta del dolor en nuestro camino y de la incapacidad para tomar las decisiones de nuestros pasos. Al negarnos a nosotros mismos, vemos como la insatisfacción y el malestar empiezan a aparecer con mayor asiduidad en nuestro proceso. La vida deja de ser vida, y es entonces cuando te encierras o te reafirmas teniendo siempre un “No” en nuestros labios para contradecir cualquier cosa que pueda proceder de nuestro exterior. Estamos tan influenciados por él, que uno, a veces, se ve incapacitado para poder ir “en contra” de todo lo que ve, lee o escucha. Crea su propia armadura energética y todo lo demás se convierte en adversario. Se vive en constante tensión interior, no reconociéndolo ni expresándolo porque este ser ha sido entrenado para soportar todo lo que le digan, independientemente de lo que sienta en él. Calla. Siempre calla y vive para sus adentros la negación de su propio ser.
Ahora, ya adulta, esta mujer, ha tomado la decisión de no querer recordar nada de lo que fue, vivió. Su pasado es tan doloroso, sobre todo emocionalmente, que ha tomado, inconscientemente, la decisión de no querer saber nada de lo vivido. La presencia de su pasado en el presente, le insta a ignorarlo, viviendo en su mundo y atormentada en el silencio y la apariencia de normalidad por sus rencores, rabia, resentimientos e impotencia. Ha tomado la decisión inconsciente de vivir como una “víctima”. Ella nada de eso sabe. Su consciencia lejos de ella está. Anda por la vida sin vivir. Cada vez recuerda menos lo que fue, pasó, vivió u oyó. Solo estar, sin más, a merced de la nueva propuesta de su entorno. Ella sigue, quizás en contra de su voluntad, pero cada vez muestra menos su contrariedad y divergencia con lo oído y decisiones tomadas por ella. Antes, éstas eran impuestas, ahora, porque se ve incapaz de tomar una decisión por sí misma. No sabe. No contesta. No percibe. No es consciente. Solo siente si le crea bienestar o no, pero a los pocos segundos ya ni se acuerda de lo sucedido. 
Un ser que vive inmerso en una etiqueta según los médicos. Su mente va en declive, y cada vez recuerda menos su pasado, incluyendo el de hace unos segundos. Solo vive el presente, existiendo solo el presente para ella. En estos momentos parece como si la vida le empezara a cerrar las puertas de su realización, aunque esta situación será la que le lleva a elevar su alma.
Su vida se está apagando. Es como un atardecer en su andar. Está perdiendo facultades, y la mente le está borrando los recuerdos y todo lo bueno que ha podido disfrutar a lo largo de su vida, que ha sido en momentos contados.
Ya no recuerda casi nada.
Su mente se apaga, y ella, no ha querido hacer nada a lo largo del trayecto para ella y volver, así, a controlar su vida, porque se olvidó que ella tenía una vida y una manera pura de sentir. Andaba sin saber que podía cambiar el rumbo de su dirección. 
Su mente se va apagando y la lleva a un desconcierto del presente, cerrada, aislada de todos en su interior. Vive un mundo que no es el real. Todavía reconoce a los seres más próximos, como hijos, nietos, y amistades más cercanas, pero no siempre el nombre de ellos.
Un alma avanza hacia su ocaso. Anularse la está llevando a un punto de no retorno, de no saber controlar la realidad y no poder vivir sola. Su mente, de apellido alzheimer, la está poseyendo.
La infravaloración hacia ella misma, así como la incapacidad de decisión por ella misma la ha llevado a este punto del camino, donde solo existe el presente para ella, sin ser consciente.
Va a un lugar y se desconcierta, no sabiendo qué hace allí.
Quiere decir una cosa, y no encuentra las palabras para expresarse como ella querría.
A veces le cuesta encontrar las cosas porque no se acuerda donde las ha dejado o se encuentran.
Cuando cocina, no siempre da los pasos que se requieren para cocinar un plato concreto.
Cada vez se acuerda menos de los gustos de su pareja, su marido, que sin él, “ella nada sería”.
Va a comprar y cuando llega al supermercado, no se acuerda de lo qué comprar. A veces, esta mujer llega a casa con un producto que no necesita, o que la despensa ya está llena de este producto.
No controla su vida. Ya no sabe decidir, dejándose llevar por la rutina diaria, rechazando toda novedad, aunque sea para liberarla. Ya no toma decisiones, y de esto ya hace muchos años.
Los olvidos van a más. Ya no se acuerda casi de ella, solo recuerdos esporádicos de su infancia, repitiéndolas una y otra vez con las mismas palabras como si fuesen la primera vez.
Su pasado le corroe. Su vida es una rutina, pero dentro de ella, de cuando en cuando, encuentra una grieta en su vida, que la hace sentir bien o tranquila, hecho que no ha sido a lo largo de sus años.
Ahora está rodeada por seres que la aman. Estos saben de su situación, sabiendo que ésta irá consumiéndole progresivamente, llegando a la absoluta ausencia de su conciencia, con lo que esto conlleva. Su entorno está dando pasos para que el distanciamiento interno de este ser, inevitable, sea acompañado y vaya recordando el amor que se le está dando en estos instantes de su atardecer no consciente.
Los días se van apagando para su ser.
Siento un gran amor hacia todo lo que ha hecho por los seres más amados.
Ahora solo hay un camino, no el de ella, sino de aquellos que la rodean, porque hará que sus vidas vayan cambiando cada vez más y se deban de tomar decisiones “no queridas” y aceptadas a la vez, para que este ser pueda sentir el amor de aquel o aquellos que ahora, y en su momento, le rodean o estarán con ella.
Amada alma, llena de inocencia, transparencia, generosidad y queriendo lo mejor para todos los seres amados,…¡GRACIAS!.
Eres amada y guiada por la Luz, a pesar de los pesares.
Tu Amor reside en ti, porque eres Amor y siempre lo has sido, y este Amor te ha llevado a tu mejor camino para elevar tu alma y la de todos.
Gracias por ser y estar, y por tu coraje de aceptar esta situación como alma.


Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros. 

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