jueves, 7 de septiembre de 2017

Con el ejemplo y no con el dogma



 A medida que el ser encarnado en proceso de ascensión va recordando su esencia y su procedencia, sus vibraciones van elevándose, para llegar a lo que se conoce como iluminación. Lo que caracteriza este estado es la irradiación de sus energías, su actitud ante la vida y visión más allá de lo terrenal, y todo, acompañado por la naturalidad, la pureza y el sentir del verdadero motivo de su estancia en este plano Tierra.
Se quiere inculcar unos dogmas y una manera de actuar en este mundo basado en la materia con algunas incorporaciones de “sentido común y bondad".
Los niños de estos tiempos, tienen un grado de consciencia superior a los nacidos en tiempos pasados. Las energías de Gaia ya no son las mismas porque nuestro amado planeta es un aliado de nuestro ser, de nuestra alma para que esta pueda manifestarse con todo su resplandor.
Los niños no aprenden y recogen lo que se les dice oralmente. Ellos observan y reciben nuestras energías, y son estas energías las que perciben y tienen en cuenta para su proceso de evolución. Los adultos pueden decir el cómo comportarse, vestirse y actuar ante una situación concreta, pero lo que los niños perciben, no es nuestra imagen, sino el cómo lo hacemos y nuestro sentir en este hacer. Dicho de otra manera, sería el imitar las energías que empleamos para ellos actuar igual. Los adultos les pueden decir qué hacer y el cómo, pero ellos, los niños, observan el cómo lo hacen y la energía que usan para esta realización. Ellos imitan a los supuestos adultos de su entorno, no lo que dicen, y permitidme que os ponga un ejemplo: alguien que pueda dedicarse a establecer el orden en su población, como puede ser un policía o alguien que se dedica aparentemente a ayudar a los más necesitados desde un alto rango, como puede ser un político, los niños no tienen en cuenta su rango y oficio, sino lo que hacen y el cómo lo hacen, es decir, no miran el cargo, sino sus actuaciones y sus principios que lo rigen, motivos por el cual actúan como actúan. Por lo tanto, un policía o un político, en su día a día, pueden actuar desde sus miedos y sus intereses personales derivándose hacia una corrupción o un abuso de poder para establecer sus creencias, valorando, sobre todo, la supervaloración del dinero antes que necesidades urgentes de parte de su población o país.
El niño percibe la energía con que actúa su padre, su madre o sus seres más queridos. Ellos observan e imitan. ¿Cómo entonces, el hijo o hija de cargos aparentemente dedicados a los demás, crecen y hacen lo que hacen? La respuesta es clara y directa: porque imitan a sus padres. ¿Cómo puede ser esto?
Los niños reciben las energías de su entorno y las reproducen. No hacen tanto caso a lo que se les dice, sino a lo reciben inconscientemente de los seres que le aman y su entorno más cercano. ¿Cómo un hijo de alguien que vela por los demás puede salir, por ejemplo, un ladrón, un estafador o un corrupto? La respuesta es que aprenden de la energía que sus padres, inicialmente, y después su entorno le han ido transmitiendo a lo largo de los años. Si ven una contradicción entre lo que dicen y lo que hacen, se quedan con la energía que han utilizado para tal hecho. Así ellos, utilizan esta energía, tal como sus padres y entorno les han transmitido para crecer en este mundo y su hábitat.
Si su energía se corresponde con lo que sienten, dicen y la manera de actuar desde el corazón, entonces, sí que se tiene unos pilares fuertes para crecer, obtener seguridad, apoyo y afecto mientras vaya creciendo; sino, lo que obtienen son contradicciones en ellos mismos e inestabilidad y dudas constantes ante la vida. Ante este sentir, su visión de la vida es contradictoria y llena de inseguridades. Es cuando aparecen los miedos y una visión distorsionada de la vida. La seguridad que tienen y se les ha enseñado es la inseguridad ante su proceso. Llegado a este punto, se predomina lo aceptado como propio, procedente de su exterior para obtener un mínimo de seguridad.
La energía para llegar a este punto, donde gran parte de la humanidad todavía se aferra, procede de nuestro pasado, y los tiempos han ido cambiando, no así nuestra actitud y nuestro quehacer cotidiano hacia el recordar de aquel quien en verdad somos.
Por suerte, los niños de ahora, y que van naciendo, sobre todo, desde el 2010, traen y nos aportan una energía diferente, por eso ya no aceptan, como seguramente nosotros aceptamos, todo lo que se nos dice. Ellos tienen una mayor consciencia activada que cuando nosotros encarnamos en esta vida.
Todas estas palabras han sido transmitidas para llegar al punto de nuestro tiempo actual y para todos aquellos que se dedican a transmitir conocimiento y mirar de abrir puertas para que cada uno pueda llegar a él mismo, a recordar quién es y abrir las puertas del autoconocimiento y manifestar la verdadera Divinidad que es.
A medida que pasa el tiempo, y sobre todo, a partir del 2012, las personas, cada vez más, eligen y hacen una tría de adónde ir para dar nuevos pasos en su proceso. Mi experiencia a lo largo de los años y teniendo presente los cambios energéticos habidos a cada momento de la elevación de las energías de Gaia y la humanidad que en ella habita, me he dado cuenta, con varios encuentros con mis hermanos del Hogar, que ya no es cuestión de transmitir conocimiento exclusivamente, sino lo que necesita el ser en proceso de ascensión es llegar a SENTIR por él mismo la Nueva Energía en su interior.
Cuando sentimos, ya no olvidamos.
Cuando percibimos en nuestro interior lo exterior, aprendemos.
Cuando nuestro corazón nos habla, es la guía y la verdad de nuestro camino.

Tanto a los niños como para todos los seres encarnados, la mejor manera de indicar el camino, de limpiar nuestra dirección para no tropezar y poder llegar al final de ella, es Sentir nuestra esencia, recordar nuestra verdadera naturaleza y nuestro procedencia, nuestro verdadero Hogar. Cuando lo sentimos en nuestro interior, entonces, nuestro mundo se expande, se entiende y nos damos cuenta de cómo actuar para nuestro mayor bien y el de todos, ya no solo a nivel personal.
Sentimos una Unicidad firme con quienes nos rodean y de donde procedemos, nuestros hermanos celestiales.
Todo cambia y nuestra Fuente interior fluye sin parar para dar de beber y alimentar a todos los que se acercan a nosotros, siendo un potencial para todos aquellos, incluso, que han cogido otro camino según sus intereses.
Hagamos que los demás puedan sentir la verdadera esencia de su interior, la verdadera naturaleza de su mundo interior. Entonces, habremos liberado una alma para poderse manifestar libremente en esta dimensión encaminada hacia otros niveles para traer el Cielo aquí a la Tierra. Entonces conoceremos lo que es “ser libre y capaz de materializar aquello que sentimos”.
Nuestra Divinidad está esperando que empecemos a sentir aquel quien somos, porque será el indicio que nos habremos adentrado hacia la guía del corazón, dejando que la mente deje de tener su protagonismo como ha sido en los tiempos del pasado, cuando dejamos que la vieja energía guíe nuestros pasos.
Ya no, hermanos. Nuestro Hogar nos está haciendo recordar que es la hora de reconocer la nueva energía e integrarla en nosotros, porque ella nos llevará a Dios en mi.
Será entonces cuando tu vida cambiará, porque tu visión de la misma también cambiará, así como tu actitud ante ella y tu expresión en tu día a día.
Nuestros hermanos celestiales llevan ya un tiempo indicándonos que ha llegado la hora de tomar las riendas de nuestra vida y escuchar a nuestro corazón. A cada uno le indicará el susurro cálido de la dirección a seguir y el qué hacer a cada encrucijada de su vida.
Vivimos tiempos de grandes cambios, y éstos, empiezan en nuestro interior. Allí encontraremos aquello que siempre hemos buscado y anhelado. Allí encontraremos la puerta adecuada para nuestro bienestar, felicidad y realización.

Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros.

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