miércoles, 9 de mayo de 2018

La Pizarra


Una vez, un alumno entró en el aula, donde eran instruidos por sus maestros, a una hora inhabitual. En ella pudo ver en una pizarra, a un lado de la pared principal, un esquema relacionado con nuestro proceso evolutivo.
Durante los días siguientes a este momento, cada vez que el joven entraba en esta sala podía ver el mismo esquema, hasta que llegó el momento que éste desapareció.
Fue a primera hora de una tarde, cuando decidió ir nuevamente a la sala donde recibía gran parte de su instrucción. Entró en ella y vio la pizarra, pero esta vez con otro esquema diferente al de los días anteriores.

A continuación oyó la voz de su maestro detrás de él que le decía:

-         La curiosidad puede llevarte a tu despertar.
El joven se giró y dijo:
-         Perdone maestro, llevo días viniendo a aquí, y hoy veo estas palabras diferentes a los días anteriores. Lamento haber entrado sin su consentimiento.
-         Si estás dónde estás es porque ha llegado tu hora y estás preparado para entender lo que recibes.
-         ¿Puedo hacerle una pregunta? – dijo el joven.
El mentor asintió con la cabeza. A continuación el joven dijo:
-         Estos días ponía que si nos basamos en el raciocinio, podemos llegar a un camino sin salida, no encontrando las respuestas adecuadas; en cambio, si nos guiamos por nuestro corazón, encontraremos el camino de la evolución. (Pausa). Hoy leo que el “Exterior” nos llevará a un malestar en nuestra vida, mientras que la “Integridad”, nos permitirá sentir el Amor.
Luego añadió:
-         Entonces, ¿por qué vivimos en un mundo terrenal y material? ¿No podríamos vivir en un mundo donde lo espiritual predomine?
El maestro le miró, y después de un breve silencio dijo:
-         ¿Por qué un pez vive en el agua?
-         Maestro, porque fuera de ella moriría.
-         Así igual el alma encarnada. El pez vive en el agua para desarrollar su potencial, que es el nadar. Si no estuviera en ella, no sabría que podría nadar y no tendría sentido su existencia. Así el humano  vive en un mundo bendecido por lo físico. En él se da cuenta que tiene una parte más importante que lo que se ve: a él mismo.
-         ¿Qué sentido tiene esta contrariedad, maestro? – pregunto el discípulo.
-         Desde que estás a aquí, ¿qué has aprendido?
Después de un corto espacio de reflexión, expresó:
-         Que nada es lo que parece y que nosotros podemos cambiar aquello que no se corresponde con nuestra esencia.
El adulto asintió con la cabeza, haciéndole una cálida sonrisa de aprobación. Luego añadió:
-         No podemos llegar a nosotros si no vemos y experimentamos el alejamiento de nosotros mismos. Vivir la espiritualidad en este mundo nos acerca a nosotros mismos al seguir un proceso de acercamiento y aceptación para sentir aquel quien verdad somos. Sin la polaridad no llegaríamos a nosotros mismos.
A continuación el maestro saludó al joven y salió de aquella sala.
El chico se quedó unos momentos más. Luego cogió una especie de rotulador dirigiéndose a la pizarra, y al final de este esquema añadió:
-         Sólo hay un  camino: el de tu interior, donde te espera el Amor y el Sentir quien eres.
Luego volvió a dejar el rotulador en su lugar. Contempló la pizarra, lo que había escrito para sí mismo, y se giró, dispuesto a salir de la sala.
A la puerta volvió a girarse y vio algo que le asombró: en la pizarra había desaparecido el esquema, apareciendo otro texto que decía:

Tu presencia ilumina el camino y enaltece el sentido de donde procedes.
Tu corazón te permitirá abrir las puertas del Sentir y saber de ti.”

En aquel momento sintió una energía que recorría todo su cuerpo conforme no estaba solo, sintiendo a la vez, un gran Amor en su interior.
A continuación salió, alejándose de aquella sala.

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