miércoles, 20 de agosto de 2008

Ring, ring, ring....


- Ring, ring, ring,…
- Sí, ¿diga?
- …..
- ¡Diga!
- ¿Es aquí el cielo?
- Has llamado al lugar adecuado.
- No estoy seguro.
- Te estábamos esperando.
- ¿Quién eres?
- Alguien que puede ayudarte.
- Entonces ya debes saber por qué os he llamado.
- Nos gusta que lo expreséis con vuestra propia palabra.
- Me habían hablado de este teléfono pero hasta ahora no me he decidido a hacerlo servir. Si es el cielo ya sabéis por qué os he llamado.
- Como ya te he dicho, nos gusta oírlo con vuestras propias palabras. ¿Por qué te has decidido a llamar?
- No sé que hacer con mi vida.
- Eso es bueno, porque quiere decir que no estás haciendo nada debido a tu desconcierto.
- ¡Oh, sí, sí que estoy haciendo! Y ahora estoy en un punto que por más que haga, nada me sale.
- Pues no hagas.
- Cuando más me pongo, menos obtengo.
- Pues no te pongas.
- ¡Ya no sé que hacer!
- No hagas nada.
- ¡Pero bien debo de hacer alguna cosa!
- ¿Qué?
- ¡No sé, por eso os llamo!
- No hagas nada.
- No me entiendes. No entiendes lo que te estoy diciendo.
- ¡Oh, ya lo creo que te entiendo!
- Pues si me entiendes dime qué puedo hacer, porque por más que hago no hay manera de salirme de la situación que me encuentro.
- ¿De qué tienes miedo?
- No sé si miedo es la palabra correcta.
- Entonces, ¿qué es lo que te preocupa?
- No poder hacer frente a mi vida.
- ¿Tan mal va?
- ¿Por qué lo banalizas todo?
- Yo solo quiero ayudarte.
- Pues no lo estás haciendo.
- ¿Por qué has llamado?
- Porqué no sé que hacer en mi vida para vivir como quiero.
- ¿Qué dirías que no va en tu vida?
- No me siento a gusto con ella.
- ¿Por qué?
- Por más que lo intento no puedo solucionar un aspecto que me ha ido acompañando a lo largo del tiempo.
- ¿Has hecho lo que debías de hacer en todo momento?
- ¡Oh, sí! ¡Ya lo creo que sí!
- Pues tranquilízate porqué aquello que expresaste está viniendo hacia ti.
- Pero mi vida parece cada día ir a menos.
- ¿Quieres sentirte bien, verdad?
- ¡Sí!. Estoy cansado de tanto esforzarme.
- Pues bien, tómate un tiempo de descanso.
- ¡¡¡ Pero no puedo !!!
- ¿Seguro que tienes algo a perder?
- (Después de una pequeña reflexión): No, bien pensado, no. Nada me pertenece ni nada tengo. Todo lo que tengo me ha venido, y al igual que me ha venido puede irse.
- Aquel que se libera de todo, todo lo obtiene.
- ¿Tengo que perderlo todo?
- Escucha a tu corazón y él sabrá de mis palabras.
- Sí, pero no las entiendo.
- ¿De qué tienes miedo?
- De perderlo todo.
- ¿Cómo quieres perder una cosa que no te pertenece?¿Cómo quieres que tu vida sea como quieres si no te desprendes de aquello que ya no te sirve?
Entonces se oye a alguien que llama por la otra línea.
- Alguien está llamando por la otra línea. Tengo que dejarte.
- De acuerdo. ¿Podré volverte a llamar si no lo entiendo?
- ¡Claro que sí! Ahora te tengo que dejar.
Y cuelga.

No hay comentarios: