miércoles, 5 de octubre de 2011

Celebrando mi bienvenida

Hoy querría compartir con todos vosotros una experiencia muy personal que tuve en su momento con el Hogar, para celebrar mi preparación y disposición para llevar a término lo que he venido a hacer. Fueron momentos de gran celebración conforme había llegado mi hora.
Aunque son palabras impresas, llevan la energía del gran instante de reconocimiento por parte del Hogar de mi apertura al mundo y mostrarme con toda la instrucción recibida por parte de la Luz, a mi entorno, a la humanidad. Son momentos inolvidables, amorosos y llenos de agradecimiento para llegar hasta este instante tan deseado a lo largo de mis años actuales.
Cuando llega el momento, se os hace saber y entonces sabes que no hay duda de lo que sientes y vives.
Desde el corazón, para todos vosotros:


Las puertas se abren y yo entro majestuosamente al nuevo espacio, que ha sido creado para mí para que pueda realizar mis grandes anhelos. Entro en una gran luminosidad, radiándose por todo el lugar en el cual acabo de entrar. Suena una dulce melodía, al darme la bienvenida. Todos los seres que allí se encuentran aplauden mi entrada, travesando la puerta todo ilusionado y lleno de emoción. Siento la plenitud en medio de todos aquellos seres que festejan mi presencia entre ellos. Me siento homenajeado. Sé que todos ellos están aquí por mí, para recibirme, abrazarme y estar conmigo el resto de mi existencia, y esta vez de una manera consciente por mi parte.
Hay seres por todos los rincones de este lugar donde me encuentro. Me rodean, por arriba, los lados, por todos los lugares hay seres luminosos que se alegran de verme, habiendo otra luz mucho más intensa en todo aquel espacio que no pertenece a ellos, sino a alguien muy amoroso y creador de todos los que allí nos encontramos. Sentimos el amor de su presencia, a la vez que siento la de todos los que me rodean, hermanos de la misma Fuente.
Siento como un gran estallido de plenitud en mi interior, de éxtasi espiritual al estar con todos ellos y sentir la Unicidad existente entre nosotros. Todos somos Uno, la Fuente, ellos y yo. Todo es Amor. Solo siento esta inmensa calidez como cuando uno se encuentra en su verdadero Hogar y es amado por todos aquellos que lo habitan. Es una pureza indescriptible más allá del reconocimiento que se puede tener viviendo en la terrenalidad en la condición humana.
Me ensalzan con su presencia y honran mi alma y todo mi ser. Siento su Amor puro e incondicional hacia mí ser.
Hay alegría y gozo por haber llegado hasta aquí. Ellos me estaban esperando desde hace tiempo. Todos giran a mi lado contentos, irradiando sus luces como no lo habían hecho desde que he entrado. Parece que jueguen y dancen. Él, Jesús el Maestro, con su intensidad luminosa también allí se encuentra, a un lado, entre todos, no queriendo perderse estos momentos de bienvenida. Son muchos más de los que aparentemente caben, pero allí están, ahí conmigo, celebrando este momento tan estelar. Todos están contentos de verme y saber que ahora ya soy parte activa de la familia en esta dimensión donde acordamos venir.
Suena la melodía de fondo, celestial, alegre y celebrativa. Acercándome al Maestro y amigo, le digo:
- ¡Gracias! ¡Gracias por todo lo que has hecho por mí! ¡Gracias!
Entonces nos abrazamos y siento su gran amor más allá de toda dimensión. Siento su sabiduría y maestría a la vez. Me son familiares.
Entonces me dice:
- Ahora deberás de mostrarte a tu entorno, y después el mundo te conocerá. Ahora tienes la fuerza necesaria para transmitir las palabras del Padre y hablar en su nombre. El Amor del Hogar será en ti en todo momento. Yo estaré y todos los que aquí se encuentran ahora también. (Pausa). Ellos también están contentos porque tienen a partir de ahora, una puerta abierta para manifestarse tal como les gusta hacerlo. Estás preparado. Te has estado preparando para este momento. El momento que buscabas y esperabas es este, el de tu confirmación de quien eres y lo que has venido a hacer (nos volvemos a abrazar sintiendo nuestra unión y nuestro amor a través del otro).
- ¡Aleluya! ¡Loado sea el nombre de Dios! – digo.
- ¡Aleluya! – siento como todos exclaman a la vez.
Todos los que en algún momento me he sentido amado por ellos o me han amado a lo largo de mi vida actual y de toras, están celebrando mi venida al AHORA esperado.
A todos, gracias y que a partir de ahora pueda servir al Padre con humildad, sencillez, firmeza y claridad, recibiendo a todos aquellos que me vengan.
Me pongo en tus manos, Padre. Estoy a preparado y con muchas ganas de llevar a término aquello que he venido a hacer, según tu Voluntad.
Gracias por todo, por todos y por mí.
Que se haga tu Voluntad, y poder ser un lápiz donde tú la puedas dibujar plenamente a través de mí.
Te amo y tengo ganas de obrar contigo y en tu nombre.
- Así es y será, hijo – me responde el Padre. Ahora deléitate de estos momentos.



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