miércoles, 11 de diciembre de 2013

Con David sobre la sanación

 Para mí es un placer poderos mostrar el contenido de un nuevo encuentro con David. Sus palabras parecen emanar de la fuente de toda sabiduría albergada en el corazón de cada ser.
El tiempo pasa, viviendo el presente intensamente, cuando nos encontramos y creamos este espacio donde parece que solo la verdadera esencia que somos tiene cabida.
Esta vez nos habla de la sanación y de una visión de la vida,  más allá de lo establecido. Parece como si viviera ajeno a lo que le rodea, pero nada más lejos de la realidad. Un ser lleno de claridad, sosiego y serenidad.
Para todos vosotros, he aquí un nuevo encuentro con David:
-        ¡Hola David!
-        ¡Hola! – me responde.
-        Hoy me gustaría ahondar sobre la sanación.
Él, como impasible pero abierto y dispuesto a responder a mis preguntas, asiente con la cabeza, a la vez que expresa:
-        Bien.
-        Me gustaría que nos dijeras cómo ves tú el tema de la sanación. Nos encontramos en un período donde parece que cada vez hay más sanadores y personas que se interesan en el campo de la energía. ¿Qué nos dirías al respecto?
-        Las distancias entre el Cielo y la Tierra cada vez son menores. La barrera que había en su momento para poder conectar con los Seres de otras dimensiones se ha desvanecido. Ahora, se ha abierto una gran puerta, para poder cada uno de los que estamos encarnados, adentrarnos y profundizar en un aspecto de nuestro potencial que siempre hemos tenido. Es la capacidad de poder comprender y aplicar la energía que somos y habita en el universo. La sanación es la capacidad de usar esta energía y aplicarla para establecer el equilibrio en aquello que se encuentra inestable, o alejado de su esencia. Sanación es sinónimo de Equilibrio, de hacer que aquello que se encontraba alejado de su verdadera naturaleza, vuelva a encontrarla.
-        ¿Por qué se sana? – le pregunto.
-        La sanación no es producida por quien pone su intencionalidad en que así sea. La sanación se produce por volver a activar al verdadero ser que hay dentro de cada uno. Sanar es conectar con la Divinidad que cada uno es. Cuando ésta interviene, se produce la sanación, siendo ésta, a nivel no solo físico, sino también emocional o mental. Una sanación es volver a la estabilidad de nuestro ser.
-        Entonces, toda sanación es una intervención divina – intervengo. 
-        Así es. No es el ser humano quien realiza la sanación, sino la divinidad de este ser, activando la divinidad de quien recibe este amor.
-        ¿Sanación es Amor?
-        Sí. Así ha sido siempre. Cuando el Amor hace presencia, todo se armoniza. Nuestra existencia es la manifestación del Amor. Nuestro sentido de vida está unido a la Intencionalidad Divina, y esta Divinidad Superior, es la que da sentido, a la vez, a nuestra presencia en esta dimensión. Cuando nuestro ser, manifiesta el Amor que somos, entonces, es cuando nos podemos preparar para ver los milagros y las sanaciones en la vida.
-        Entonces, no sanamos “nosotros”.
-        Es la más alta vibración manifestada en cada uno, quien interviene para la armonización.
-        ¿Entonces?...
-        ….no somos nosotros quienes sanamos, sino Dios en cada uno.
-        ¿Y el papel de los canales?
Después de una pequeña pausa, responde:
-        El agua de un río necesita de unos márgenes para poder llegar a su final. Así seríamos nosotros en la sanación: este espacio para que el agua pueda seguir su curso hasta allí donde deba de llegar. Quien dice el agua, dice la energía, el Amor. Sería como un indicador por donde debe de pasar. Cuando más puro es el canal, más caudal puede llevar y regar más regadíos por allí donde pase. Es mostrar el camino para estabilizar la situación que nos podamos encontrar o al ser necesitado de estabilidad. El grado de pureza está relacionado con lo que hace un tiempo se denomina el despertar y el recordar del ser. Este despertar y recordar conlleva a la manifestación de Dios en nosotros. Nuestra divinidad libera los “obstáculos” del ser para que pueda fluir y estabilizar su situación. (Silencio para luego continuar:) Es su Amor en él quien estabiliza su vida, su desequilibrio o alejamiento de su alma. Quien sana es debido a una intervención divina, como antes he dicho. La sanación no es fruto del ser humano, sino del ser divino en cada uno.
-        ¿Los canales serían como interruptores para poner luz?
-        Algo parecido. El Amor existe, pero no todos encuentran este interruptor. Nosotros, cada uno de nosotros, seríamos este interruptor para nosotros mismos y los demás. Nuestra presencia pone al alcance del necesitado la posibilidad de iluminar su situación.
-        Pero no siempre se producen las sanaciones – añado.
-        Cierto. Tú puedes tener una muy buena y perfecta instalación, pero hay que respetar el libre albedrío. Éste está en consonancia con el proceso del alma. (Pausa). El camino a seguir por cada una, depende del aprendizaje a realizar para su evolución. (Pausa corta). Para que la sanación se produzca, debe de cumplirse dos requisitos: el primero es que aquel quien podíamos denominar “paciente”, esté preparado para recibirla, y segundo, quien hace de transmisor, el canal.
-        Entonces, ¿la divinidad no tiene plena libertad para manifestarse?
-        Ha, ha, ha – se ríe diciendo: El Amor siempre está. Cuando conectamos con aquel quienes somos, el Amor fluye. Nosotros somos divinidad. Somos parte de Dios, así como una gota de agua es parte del mar, y cada una de ellas contiene la misma esencia del mar u océano al que pertenece. Tú bien sabes que cada gota es igual a las demás. Todas llevan la misma esencia. Cada gota es la representación del mar allí donde se encuentre. Así, de alguna manera, también nosotros somos Dios.
Después de un silencio un poco largo, continúa diciendo:
-        El Amor es la más alta manifestación del ser. Tú eres Amor, y el Amor siempre tiende al equilibrio. Tú puedes Amar, pero no obstaculizar el camino hacia la sanación del otro. La Consciencia despierta sabe cuando intervenir o no, y este momento implica a las dos partes un aprendizaje en sus respectivos caminos.
-        Entonces, el sanar o no, depende de uno mismo.
-        ¡Exacto!- dice. ¿Estás preparado para sanar? ¿Estás dispuesto a liberar parte de tu pasado y querer aceptar el motivo por el cual has llegado hasta este punto?
Hace una nueva pausa, para concluir:
-        La sanación no depende exclusivamente del canal, sino de la preparación y disposición de quien la desea. No todos están dispuestos a aceptarla. Muchos – dice con una expresión como de tristeza - son los que la desean, pero en el fondo, solo quieren mejorar. Eso es el libre albedrío.
-        Personalmente he podido constatar tus palabras – le digo. Precisamente, los que más se quejan y lamentan, son los que más resistencias tienen al cambio, a dar pasos hacia su bienestar.
Después de una pequeña pausa, continúo diciendo:
-        A veces tengo la sensación que no quieres hablar, como si ya estuviera todo dicho – le digo al percibir su estado y energía.
-        Como dirías, Jordi, lo que uno puede querer saber, se encuentra en su interior. Las palabras, entiendo la utilidad de su presencia, pero no siempre son escuchadas. (Pausa). Lo más importante se encuentra dentro de uno mismo. Solo hay que ir a su interior y sabrán de ellos mismos. Este es el camino del recordar. Allí encontrarán el Amor que son y el camino de su alma.
-        Sé que eres de pocas palabras, pero hay quien todavía necesita de ellas para encender el interruptor de su camino.
-        Sí, es cierto en estos momentos – me responde.
-        A pesar de todo, ¿hay algo más que quieras añadir al encuentro de hoy?
Me mira y me sonríe, como queriendo decir: ¿no he hablado bastante ya hoy? Luego hace una respiración y con su expresión de paz y serenidad, acaba diciendo:
-        Todos somos sanadores y sanados por nosotros mismos.
-        Gracias nuevamente por tus palabras y por permitir que éstas puedan ser leídas a través de las redes sociales. Gracias.
Finalizamos la conversación dejando que el silencio y las energías de su ser y los que nos rodean nos abracen, sintiendo – como dijo David anteriormente – aquel quien somos.
 
Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros.

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