jueves, 17 de marzo de 2016

Ser diferente

-         Mamá, tú no eres como las otras madres – dijo un niño estando en casa con sus padres.
-         ¿Qué quieres decir, hijo? – le preguntó la madre.
-         Tú no eres igual.
La madre se acercó más al niño y se sentó en el suelo, a su lado, mientras este jugaba en la moqueta del comedor.
-         ¿En qué soy diferente? – le preguntó.
-         No hablas igual que ellas. Siempre me amas.
-         Sí, te amo, y los otros padres también aman a sus hijos.
-         Pero tú eres diferente. Amas diferente.
-         ¿Te gusta cómo te amo? – preguntó la madre.
El niño la miró y haciendo una sonrisa con una expresión de alegría asintió con la cabeza mientras decía:
-         ¡Sí!.
-         ¿Qué hacen ellas que yo no haga, o qué hago yo que, según tú, ellas no hacen?
-         Tú no gritas y esto me gusta. (Después de una pequeña pausa, continuó:) A veces estás callada y siento que estás muy bien y yo, entonces, también  me siento muy bien. Y me gusta.
-        
-         Tú no te enfadas y me explicas las cosas bien. Yo las entiendo. Y más cosas – dice mientras continua jugando.
-         Me alegro, hijo. Siempre quiero lo mejor para ti. Todos los padres y las madres quieren lo mejor para sus hijos.
-         Sí, pero los tratan como a niños pequeños.
-         ¡Claro, y ahora tienes 4 años!
El niño miró a su madre y asintió con la cabeza. Entonces la madre precisó:
-         ¡4 años y medio!
-         Tú sabes lo que quiero decir – respondió el niño.
-         Para mí, - continuó la madre – lo más importante es el respeto y el amarte.
El niño le miró y se quedó quieto escuchándola.
-         Amo y valoro tu alma. Todos tenemos una aquí a dentro, – señalando el pecho -…y quiere volar. Yo quiero que la tuya extienda las alas tanto como puedas y vueles muy alto y me gustaría que lo hiciésemos juntos.
-         Y a mí también. Me gusta volar. Y me siento bien.
-         ¿Conmigo? – preguntó la madre
-         ¡Sí! – respondió el niño. ¡Y con papá!
La madre continuó estando a su lado y el niño mirándola, escuchando las siguientes palabras:
-         Lo más importante para mí es sentirte feliz, contento, y ver tu cara cada día. Me gusta cuando te veo…..y me pongo contenta. Me haces sentir bien y me lo paso muy bien contigo. ¡Sí!, me gusta jugar contigo al escondite y al hacer los puzles, y salir juntos con la bicicleta. Estoy muy contenta – continuó diciendo la madre – que hayas nacido en nuestra familia. Eres un ángel.
-         Mi otro Padre me dice que tú también lo eres.
Miró a su hijo y sonrió, entendiendo lo que le decía. A continuación dijo:
-         Te amo, hijo. ¡Ven! – dijo acercándose más a él y dándole un abrazo.
-         Yo también te amo madre.
Después del abrazo y sentir la calidez del otro, el niño preguntó:
-         Madre, ¿los otros padres también dicen que los aman (a sus hijos)?
-         Supongo que a su manera – respondió.
-         ¿Ves?, esto es lo que quería decir antes.
-         ¿Antes?
-         ¡Sí!, que tú eres diferente.
-         Y papá, ¿qué es diferente también?
-         Él es como tú.
-         Te amamos hijo.
-         Y yo también.  

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