miércoles, 8 de agosto de 2012

Alegría


Hay una gran alegría en mí. Hay una sensación de gozo inmenso abrazando todo mi ser, y sobre todo, cuando puedo llevar a término aquello que siento, sirviendo al Padre. Siento una sensación de plenitud y de hacer aquello que mi corazón me dicta, siguiendo las directrices de lo qué he venido a hacer. Por todo eso, ¡Gracias!
Hay una serenidad en mí, sintiendo el Hogar en mí i la presencia de la Divinidad en cada poro de mi piel y todas las células de mi cuerpo, activada y radiando el amor de Dios en mí. Yo Soy Dios. Yo Soy divinidad manifestada. Yo Soy parte de la Divinidad Universal. Así lo siento dentro de mí, desde la humildad de saber que sin Ella, yo no sería nada.
Yo Soy todo lo que Yo Soy, ¡ahora y aquí!
Hay una especie de contención, o mejor sería decir, una aceptación natural y serena de lo qué me pasa, vivo y siento.
Estoy en la nave que durante mucho tiempo he soñado estar. Estoy siendo llevado hacia aquello que siento que debo de hacer, y, en medio de mi consciencia adquirida me doy cuenta que me encuentro en parajes muy lejanos a los de mi inicio. El trayecto ha sido largo, habiendo llegado hasta aquí, donde mi ser se ha ido fortaleciendo a lo largo de las tempestades vividas y saliéndome tal como lo he hecho. Mis actitudes antes ellas, mis pensamientos, palabras y sentimientos creados y sentidos a pesar de todo, han fortalecido a mi ser, manteniendo la calma del vendaval que tuve que pasar.
Ahora navega entre las aguas serenas y tranquilas de mi proceso, después de encararme con todos mis miedos y mi pasado. Mi mente ahora me obedece. El ego de mi condición humana ha habido de hacer retirada debido a la fortaleza, firmeza y humildad de la apertura de mi corazón. Ahora estoy en medio de la nave viendo cómo va deslizándose, abriéndose paso entre las aguas de mi camino. hay seres de Luz en mi nave. Hay entidades celestiales que velan por mí, guiándome y protegiéndome a lo largo de todo el trayecto. En el timón veo a Jesús como parte de mí, como si fuera, a la vez, Dios quien me llevara.
Vivo momentos de sentir la sabiduría en mí por el hecho de haber vivido. Siento la plenitud, la expansión interior de mi ser y la plena Unicidad con el Hogar, el lugar de donde procedo.
Siento paz y amor, tanto en mí como aquí donde me encuentro, en toda mi nave y allá donde sea, siempre, en todo momento, rodeado de estas luminosidades que me han ido acompañando todo este tiempo. Ahora ya somos Uno. Allí donde sea, ellas serán.
Acepto, observo y me deleito de estos instantes de saber de mí y recordar quién soy.
Acepto los momentos actuales de espera conforme aquello que se me ha sido revelando, así será.
¡Cómo disfruto de cada oportunidad! Siento la alegría en mí derramándose por todo mi cuerpo. Siento el gozo de servir a la Fuente y las presencias de todo el Hogar conmigo. Me siento elevado, por momentos, aquí donde me encuentro.
Veo, cada vez con más claridad las energías de mi entorno y la de aquellos que se encuentran cerca de mí. Veo los estancamientos, la decisión tomada de no querer adaptarse a los nuevos tiempos, así, como la de aquellos que han decidido responder con un ¡SÍ! Bien fuerte para dejar que la nueva energía abrace sus seres. Veo la degradación de la negación en uno miso y la esperanza en aquellos que se responsabilizan de sus vidas.
Me sabe mal el dolor creado por uno mismo, porque todos somos divinidad, necesitando ser activada por nuestra intencionalidad, a pesar de que algunos no lo quieran hacer.
Me sabe mal el dolor manifestado por algunos, sabiendo que éste no es necesario y que si uno quisiera, éste podría llegar a desaparecer. Me duele ver como seres amados deciden sufrir y debilitarse, tanto física como espiritualmente por no querer ser ellos. Ellos me enseñan a amar, a aceptarlos con sus decisiones, porque así lo han decidido.
Aceptar el dolor de los demás, el sufrimiento y el desconcierto de la ignorancia es una de las pruebas más duras de la Maestría.
He llegado a un punto donde mi amor está en ellos, a pesar de las diferencias vibracionales, estando allí para cuando necesiten una mano donde cogerse, aunque a veces me la han pedido, y cuando les he dado, no han querido hacer nada para cambiar de cómo actuaban. Ellos me han enseñado a amar incondicionalmente, sin querer intervenir para cambiarlos ni convencerlos. Ellos me han enseñado a no intervenir sin ellos estar preparados. Mi corazón siente compasión por todos ellos y hacen que la ternura florezca en mí aceptando sus situaciones a pesar de que no me ven como soy en verdad. Los filtros de sus seres han distorsionado cualquier visión de cualquier persona que les rodea. Sus corazones se han cerrado de tal manera, por el dolor vivido, que han elegido un camino de autismo voluntario, alejándose de la realidad de esta dimensión donde nos encontramos, manteniéndose fuertemente enraizados, a la vez, a una energía de dualidad fortalecida.
He aprendido a aceptar desde la confianza, el amor, la serenidad y la sabiduría del verdadero sentido de nuestra existencia.
Para aquellos que me criaron y han compartido mi vida de niño en el seno del mismo hogar, han ignorado el verdadero ser que soy, rechazando toda declinación por mi parte con una mano amiga que les podía elevar más allá de donde han llegado. El dolor les invade. Sus vidas parecen estar en una rutina y calles sin salida, llenas de oscuridad, desconcierto y sin sentido.
He aprendido a vivir en este ambiente sintiendo la paz y el amor de mi ser en mi interior y respetando a todos aquellos que han negado la vida desde el corazón. No pretendo convencerlos, sencillamente ser yo y, si ha de ser, me encontrarán para abrir las puertas del camino hacia el amor.
He aprendido a amarlos en la distancia, esto, como ya he dicho antes, es una de las pruebas más duras para un Maestro, viendo como sufren y no quieren hacer nada para cambiar la dirección de sus pasos. Sé que algún dia sus divinidades también despertarán, y entonces, allí nos encontraremos todos. Ellos seguirán su camino, y desde mi corazón, ya estaré con ellos. Mi Amor los abrazará, como ahora, en la discreción y el respeto.
¡Sí!, siento el gozo y la alegría de servir a Dios en mí. Siento como cada vez más, él se manifiesta a través de mí, siendo yo, a la vez, Uno con él y él, yo.
La nave continua siguiendo el caudal de aguas plácidas de mi interior, encontrando más oportunidades para servir a quien me ha traído hasta aquí. Sólo la Luz, el Amor de nuestra esencia puede materializar el mundo y la obra por la cual hemos venido en este cuerpo, justo en estos momentos de la historia de nuestro proceso.
Confío y me dejo ir a las manos de quien me ha creado.
Mi fe eleva a mi ser.
Siento, siento y siento lo que siento, siendo este sentir de otras dimensiones a la que nos encontramos. La intensidad no se puede describir, pero sí lo que se siente, y lo que siento es AMOR, UNICIDAD, GOZO Y ALEGRÍA.
Por todo esto, ¡Gracias!

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