miércoles, 29 de agosto de 2012

Consciente de mi camino


Cada vez me doy más cuenta que me estoy alejando del tipo de vida que se está experimentando aquí en la Tierra. Sigo mi proceso adentrándome en un paraíso no manifestado a mi entorno. Veo las luces que me acompañan y las de cada alma que me rodea. Siento el desear de todos aquellos que comparten la experiencia en esta tercera dimensión. Sus mentes y sus corazones no siempre coinciden alterando su cotidianidad.
Me da la sensación de estar viviendo una vida dentro de mi vida aparente. Lo que siento no se corresponde con lo existente. Lo que veo difiere de lo creado y se muestra ante mí.
Tengo la sensación de estar viviendo una vida más allá de la actual, en esta biología agradecida por permitirme llegar allí donde mi corazón señala.
Por momentos siento no ser de este mundo. ¡Muchas veces he tenido esta sensación, continuándola teniendo mientras escribo estas palabras! Mi Hogar no pertenece a este planeta. Cada vez se me reafirma con más intensidad. Hace años empecé a tener esta sensación, y hoy, sé que mi procedencia no es de este mundo en el cual he encarnado en un acuerdo con mis hermanos de la Luz y la Voluntad Divina.
No soy más que vosotros. Mi ser, como vuestra alma, sabe de sus vivencias. Vuestros registros akáshicos esperan ser abiertos y encontrados por vuestra consciencia para mostraros la sabiduría y el entendimiento de vuestro ahora actual para la elevación de vuestra alma y el planeta donde os encontráis.
Mi alma es una con la vuestra, donde mi consciencia me ha abierto las ventanas de mi ADN, pudiendo ver y sentir mi verdadera esencia y el camino a seguir. Mi corazón es el altavoz de mi interior, la voz de mis registros akáshicos, permitiéndome andar con firmeza, humildad y seguridad por saber quién yo soy y mi presencia en estos instantes en esta dimensión.
Encuentro la belleza por doquier a pesar de la situación mundial. Siento y veo la Voluntad de Dios manifestándose en cada suceso que se anuncia. Mis pasos siguen la voluntad expresada de mi ser, Una con la del Padre.
Sigo el camino para sentir la Verdad en mi interior y poder saber más de mí mismo y del Hogar de donde procedemos. Sintiendo el AMOR en mí, me abre las puertas de la divinidad.
Expreso desde mi corazón, el sentimiento de alguien que siguió su curso y tuvo que vivir la experiencia de las vivencias adecuadas para llegar a conocer a Dios. En mi vida he buscado aquello que sentía y creía firmemente que existía: Dios en mí.
No soy más que tú, ni menos que otros. Mis sentimientos me llevan a experimentar aquello que ni la religión que profesé durante años pudo enseñarme. No hay un dogma único para encontrar el camino. Tuve que apartarme de cualquier normativa establecida para encontrar al verdadero ser que hay en mí y soy, pudiendo así, expresar quién soy en verdad y la divinidad que hay en mí. Estoy en ello. No penséis que por haber llegado hasta aquí mi camino ha finalizado. ¡No! Sé que éste continúa y todavía por muchos años nuestros.
A medida que voy avanzando en la vida que vivo dentro de mi vida, las puertas se van abriendo y mi experiencia va llegando a más rincones de mi amado mundo. El jardinero se encarga de preparar la tierra, adobarla, plantar y regarla, para que en su momento dé el fruto según la intencionalidad inicial. Cuando la tierra está preparada y bien alimentada, los brotes empiezan a emerger del interior para convertirse en el resultado según cada uno. En su momento pensé que era un brote con una intencionalidad concreta. Tuve que experimentar sequías importantes, y todo y así, mis raíces me mantuvieron con vida. Tuve que vivir momentos de dejadez y gran soledad, y mis raíces me empujaron a elevarme por encima del polvo. Sé que alguno de vosotros también tuvisteis que vivir momentos supuestamente adversos. Yo los viví, los míos, pues necesitaba justo aquellos que me hicieron ir más allá de todo estancamiento. Supe de mi corazón en esta experiencia terrenal y fortaleció el verdadero ser que ahora soy, libre de todo apego, porque nada me pertenece y, en cambio, la vida todo me lo da en su momento.
Siento gratitud por todo lo vivido, y aunque siente vuestro ser Uno con el mío, no puedo dejar de sentirme ajeno, a la vez, de todo lo terrenal.
Veo mi camino ensanchándose ante mí. Acepto aquello que, desde las más altas esferas de la Luz me permiten experimentar. Entregué mi alma y mi ser al Padre hace tiempo, y desde entonces, mi vida sabe en todo momento qué ofrecerme. He cambiado muchas veces de domicilio, y en cada uno de ellos me creaba un nuevo trampolín para nuevos saltos de consciencia y sanación de mi ser. Ahora me encuentro en un nuevo pueblo, cerca de la familia, pues es eso que debo de hacer ahora. Sé de mi función en esta etapa, aunque también presiento que pronto se producirá un nuevo cambio en mi vida. Acepto lo que el Padre me ofrece. Sé que su Voluntad se está realizando en mí. No pienso, programo ni organizo. Sólo actúo cuando siento que mi corazón me dirige hacia una dirección concreta no manifestada todavía.
Vivo una vida intuitiva. Mi mente me ha ayudado, habiéndola domesticado a llegar a este punto. Cuando le enseñas a obedecerte, entonces, todo es posible. Fue parte de mi proceso. Para servir al Padre tuve que saber controlar las partes que hay en mí para sentirlo. Tuve que domesticarlas. Una vez así fue, mi vida fluyó más, porque ya no era yo quien la dirigía, sino Él. Todavía estoy en ello, como se dice. Acepto y siento el amor en mí cuando mi corazón late hacia una dirección concreta. Entonces sé que es el Padre que me susurra diciéndome los nuevos pasos a dar.
Mi vida no es como la de la mayoría. Mi visión parece haberse elevado más allá de todo raciocinio, viendo con claridad el proceso y hacia donde nos dirigimos.
Solo pretendo expresar lo que hay en mi interior y mostraros lo que siento en este proceso que denominamos “el Gran Despertar de la conciencia”.
El camino de la Ascensión no es para todos igual. Cada alma necesita su proceso, sus vivencias, sus sensaciones concretas para alertar a su interior conforme cual es el camino a seguir para su evolución.
Todos venimos de una historia, y no siempre agradable.
Aprended y no juzguéis ni critiquéis, porque aquello que uno experimenta y vive es lo adecuado para su ser. Permitid que cada alma siga su camino, y si con alguna compartís parte del camino, respetadla y, sobre todo, amarla, porque seréis un bálsamo para  su espíritu inquieto.
Amad y aceptad porque es desde la compasión y la aceptación que dejaréis que cada uno siga el camino que le toque, y a la vez, se sienta respetado y apoyado por vuestra presencia.
Cada uno tiene un papel en esta vida. A veces el jardinero ha sido planta, otras, malas hierbas, y a veces el jardinero, que todo lo ve y favorece el terreno para que cada uno de vosotros dé el fruto tan esperado y querido. Todos tienen o han tenido siempre, el mejor papel para el mayor bien de todos.

Un abrazo y que el Amor y la Paz sean en todos vosotros. 

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