miércoles, 16 de octubre de 2013

Unicidad

 Cuando sientes la divinidad en ti, tus ojos todo lo ven como si fuera parte de ti. No hay diferencia entre “aquello” y tú. Sientes como cada ser que ves formara parte de tu proceso. Contemples lo que contemples en tu interior resuena con fuerza la sensación de UNICIDAD.
Ves a tu entorno como parte de ti, de tu alma en proceso de elevación espiritual. El decorado perfecto. Las circunstancias perfectas y “los ayudantes” adecuados para tu manifestación y aprendizaje a la vez.
Cuando sientes a Dios en ti, hay una conexión de tu condición humana con aquel quien tú eres. Es como si estuvieras en una casa con las cortinas cerradas, sabiendo que a fuera hace un sol radiante.
Al sentir aquel quien tú eres, es como apartar las cortinas y dejar que entre la Luz.
Sientes la Luz en ti, y esta Luz te aporta la claridad mental, la paz, el sosiego y el Amor que siempre has sido (y deseado).
Eres Luz y Amor en la materia. El maravilloso ser que eres está llamando a tu puerta. Cuando la abrimos y aceptamos aquel quienes somos, entonces, una Luz radiante se irradia a todo tu alrededor emanando de tu interior, de tu corazón, como fuente divina encarnada.
Ya no ves a los demás como posibles adversarios en tu vida, sino como parte de ti.
Cuando el ser percibe su esencia, la vida toma otro matiz, otro sentido porque te das cuenta que aquello que necesitamos se nos es dado en todo momento, y que algo en tu interior te empuja al servicio desde la consciencia que tú eres Dios.
Invocando a Dios, estamos invocando a la parte divina que hay en nosotros. Si ella abre paso entre tus temores y resistencias, entonces, podrás saber qué hacer en tu vida y cómo en cada instante, liberado de tu pasado y revitalizándote con una sensación de empoderamiento y dejadez, a la vez, sabiendo que eres guiado, alimentado, protegido y amado como nunca lo has estado, creciendo en la ignorancia espiritual.
Abrir las puertas del recordar, te permitirá poner Luz en tu interior, en tu vida y en tu caminar.
Cuando estamos conectados con aquel quien somos, todo lo referente a la materia, deja de tener el sentido que tenía hasta ahora para nosotros. Te das cuenta que lo verdaderamente importante en la vida de todo ser es la capacidad de sentir Amor y Amar.
Tu Divinidad es Amor. ¡Tú eres AMOR! Eres Luz y Amor preparada para cumplir la misión por la cual accediste a colaborar en este proyecto de nombre Tierra. Te separas del árbol para poder ver más allá de lo establecido y ver el camino a seguir entre todas las ramas y arbustos que parecen obstaculizar tu sendero.
La Divinidad no es de nadie porque no es algo externo a nosotros. Cada uno de vosotros sois divinidad, quizás adormecida todavía, pero divinidad en el fondo. Es vuestra verdadera naturaleza, la esencia que alimenta vuestro ser. Sin ella, no existiríais. Es lo que da sentido a vuestra existencia. Sois Dios aquí en la Tierra. Muchos todavía no sois conscientes. El conocimiento no implica sentirla. Cuando integráis vuestra esencia en vosotros, vuestra divinidad va haciéndose espacio en vuestro ADN para manifestarse.
Vuestro trabajo personal, diario, permitirá activar completamente la llama del Amor puro e incondicional en vosotros. Cuando así se produce, entonces os liberáis completamente de vuestro pasado, vuestros miedos y resistencias, poniendo a la práctica, cada vez más, actitudes de confianza, dejadez (no control) y aceptación.
Siendo así, seréis llevados hacia la UNICIDAD con la Divinidad que sois y con el Hogar de donde procedéis.
Sólo hay un Amor: el Amor Divino, puro e incondicional de aquel quien sois, de la Fuente de la cual todos procedemos. Somos emanaciones estelares divinas. Nuestra aceptación de experimentar en la forma hace que todo el universo y el firmamento, puedan magnificar la esencia creadora de toda vida y armonía: el Amor.
Vosotros sois este Amor esperando ser manifestado por vuestro ser. A cada uno le llega su momento, pero la buena nueva es que ahora es este momento tan esperado.
Siento y veo cómo nos vamos acercando los unos a los otros. Hay una gran alegría en las almas despiertas. La Familia se reúne. Ha llegado la hora de mostrarnos tal como somos y sentir la incondicionalidad del servicio hacia el universo.
La magnitud del ser que eres está llamando a la puerta. Abrámosla y dejemos que los corazones se unan en un mismo camino hacia la UNICIDAD de todos los miembros de la Gran Familia Celestial.
¡Tú eres parte de ella!
 
Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros.

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