-
Por más que lo intento, no hay manera de conseguirlo – dijo un día un
discípulo a su maestro.
-
Cuando lo hiciste por primera vez, ya diste el consentimiento para que
todo pueda ser.
-
¿A quién, maestro? ¿A quién di el consentimiento?
-
A tu ser para ser merecedor de lo que pedías, y al universo, para que
te ayude en tu camino hacia tu objetivo.
-
Pero llevo mucho tiempo haciéndolo y no acabo de llegar a ello. A veces
parece que ya esté, pero todo parece detenerse y no ir más allá de donde he
llegado.
-
Son pasos para abatir la resistencia que hay en tu ser.
-
¡¡¡Pero yo sí que lo quiero!!! – dijo el discípulo con énfasis.
-
Cada intento es un paso más dado para que al final puedas liberarte de
lo que hay en ti que no te permite conseguir lo que quieres.
-
No entiendo por qué no lo consigo debido que yo sí que lo quiero, a más
a más, me estoy trabajando, meditando y sintiendo mi esencia para que todo sea,
en cambio, no lo consigo.
-
¿Qué sientes en estos momentos en relación a lo que quieres? – le
preguntó el tutor.
-
Impotencia – le respondió el chico.
-
Cuando sientas la certeza que todo será, entonces llegarás a acercarte
tanto a tu objetivo, que éste no le quedará más remedio que ceder a tu petición
y llegar a ti.
-
Pero por más que lo intento no hay manera – continuó diciendo el chico.
-
No pienses que no puedes. Piensa, y sobre todo siente, que ya lo
tienes. Aquello que quieres te llegará en su momento, y éste no se encuentra en
la impotencia, sino en la certeza y serenidad que todo está siendo.
-
....
-
Sé paciente y confía con lo que te has propuesto – continuó diciendo el
maestro. El proceso que estás siguiendo ayuda a tu alma a liberarte de lo que
te sujeta a la negación. Cuando más confíes y seas constante, las puertas de la
materialización se presentarán ante ti. Solo se requerirá abrirlas y pasar al
otro lado.
-
(El chico escuchaba atentamente a su tutor).
-
No hay nada que tu corazón no pueda conseguir. Escúchalo y sabrás qué
hacer en todo momento. Él te dará la dirección correcta a seguir y la calma y
serenidad necesarias para continuar en ella.
El discípulo hizo una
salutación de agradecimiento a su maestro y dio media vuelta alejándose para
continuar su camino, pero esta vez con una enseñanza más, sabiendo que la
paciencia eleva a todos aquellos que la utilizan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario