domingo, 9 de agosto de 2020

Ser diferente

 

 

-         Mamá, tú no eres como las otras mamás – dijo un niño estando en casa con sus padres.

-         ¿Qué quieres decir, hijo? – le preguntó la madre.

-         Tú no eres igual.

La madre se acercó más al niño y se sentó en el suelo, a su lado, mientras este jugaba en la moqueta del comedor.

-         ¿En que soy diferente? – le preguntó.

-         No hablas igual que ellas. Siempre me amas.

-         Sí, te amo, y los otros padres també aman a sus hijos. 

-         Pero tú eres diferente. Amas diferente.

-         ¿Te gusta como amo? – preguntó la madre.

El niño la miró e hizo una sonrisa con una expresión de alegría, asintiendo con la cabeza mientras decía:

-         ¡Sí!

-         ¿Qué hacen ellas que yo no haga, o qué hago yo que, según tú, ellas no hacen?

-         Tú no gritas y esto me gusta. (Después de una pequeña pausa, continuó): A veces estás callada y siento que estás muy bien y yo, entonces, también me siento muy bien. Y me gusta.

-        

-         Tú no te enfadas y me explicas las cosas bien. Yo las entiendo. Y más cosas – dice mientras continua jugando.

-         Me alegro hijo. Siempre quiero lo mejor para ti. Todos los padres y las madres quieren lo mejor para sus hijos.

-         Sí, pero los tratan como a niños pequeños.

-         ¡Claro, y ahora tienes 4 años!

   El niño miró a su madre y asintió con la cabeza. Entonces la madre precisó:

-         ¡Cuatro años y medio!

-         Tú sabes lo que quiero decir – respondió el niño.

-         Para mí – continuó la madre  - lo más importante es el respeto y el amarte.

El niño la miró y se quedó quieto escuchándola.

-         Amo y valoro tu alma. Todos tenemos una aquí dentro – señalando el pecho - …..y quiere volar. Yo quiero que la tuya extienda las alas tanto como pueda y vuele muy alto y me gustaría que lo hiciéramos juntos.

-         Y a mí también. Me gusta volar. Y me siento bien.

-         ¿Conmigo?

-         ¡Sí! – respondió el niño. ¡Y con papá!

La madre continuó estando a su lado y el niño mirándola, escuchando las siguientes palabras:

-         Lo más importante para mí es sentirte feliz, contento, y ver tu cara cada día. Me gusta cuando te veo,….y me pongo contenta. Me haces sentir bien y me lo paso muy bien contigo. ¡Sí!, me gusta jugar contigo al escondite y hacer los puzles y salir juntos con la bicicleta. Estoy muy contenta – continuó diciendo la madre – que hayas nacido en nuestra familia. Eres un ángel.

-         Mi otro Padre me dice que tú también lo eres.

Miró a su hijo y sonrió, entendiendo lo que le decía. A continuación dijo:

-         Te amo hijo. ¡Ven! – dijo acercándose más a él y dándole un abrazo.

-         Yo también te amo mamá.

Después del abrazo y sentir la calidez del otro, el niño preguntó:

-         Mamá, ¿los otros padres también dicen que los aman? (a sus hijos)

-         Supongo que a su manera – respondió.

-         ¿Lo ves?, esto es lo que quería decir antes.

-         ¿Antes?

-         ¡Sí!, que tú eras diferente.

-         Y papá, ¿qué es diferente también?

-         Él es como tú.

-         Te amamos, hijo.

-         Y yo también.

 

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