jueves, 27 de agosto de 2020

Querer ayudar a alguien



Las palabras de hoy están basadas en querer ayudar a alguien cuando uno puede ver que alguien de su entorno lo está pasando mal. El primer impulso es querer ayudarle para que se tranquilice y pueda establecer el orden y la calma nuevamente en su vida.

He llegado a conocer y a saber de gente que se ha ofrecido a ayudar a alguien cuando éste no le ha pedido.

Muchas veces hay quien da el primer paso para acercarse a uno y aliviarle del sufrimiento que pueda estar teniendo. Para esto, deberíamos de recordar que cada uno es responsable de su vida. Esto quiere decir que la situación que está viviendo tiene que ver con las decisiones que ha tomado voluntariamente. Hay quien desconoce esta actitud en si mismo, pero el hecho de aceptar, rechazar o dar un paso hacia una dirección concreta procede de uno mismo. En vez de decir SI, podría haber dicho NO, y en vez de dirigirse hacia la derecha, podría haber tomado la dirección hacia la izquierda. Con esto quiero decir que es cada uno quien toma las decisiones en su vida, por lo tanto, todos somos los responsables de lo que nos pasa en nuestra vida.

Todos, también, venimos con un propósito en esta vida, con una finalidad y un objetivo muy concreto para nuestra alma. Nacemos en el lugar adecuado, con la familia adecuada y las características innatas adecuadas. Nosotros accedimos a venir en este mundo, en esta vida. Seguimos un proceso, y este proceso evolutivo nos lleva a vivir situaciones no siempre deseables. Esto es lo que nos hace aprender y evolucionar. Esto es lo que nos hace conocernos y aplicar aquel quien en verdad somos. Cuanto más nos conozcamos, más podremos, por nosotros mismos, superar cualquier supuesto obstáculo que la vida nos pueda poner en nuestro camino, o bien aceptarlo desde el corazón  si así ha de ser.

Todo esto lo comento, porque a veces hay quien quiere ayudar a otro a que no sufra. ¿Quién dice que la otra persona no necesita vivir lo que vive para reaccionar en su vida, o necesita aceptar más la vida y aprender de lo que representa todo aquello que vive para su proceso?

Cuando interferimos en la vida de alguien sin que la otra persona haya dado su consentimiento, estamos quizás bloqueando su proceso. Debemos de tener presente que todo aquello que nos puede costar superar, puede ser una bendición para la vida de aquel que lo vive.

Conozco personas que siempre quieren ayudar a los demás, viendo ellos qué es lo que necesita el otro para sentirse bien. Tú puedes darte cuenta de su situación, pero, ¿estás seguro que la otra persona es consciente de lo que le pasa? El otro, quizás no vive con la misma consciencia que tú puedes llegar a tener.

Como ya he dicho, he llegado a conocer personas que han querido siempre ayudar a los demás sin esperar el consentimiento del otro para que así sea. Es como inmiscuirse en su vida sin su permiso. Mi experiencia en casos como éstos, se trata de personas que quieren dedicar su vida a los demás, olvidándose de ellos mismos. No pongamos nuestra visión hacia nuestro exterior, nuestro entorno, sino en nosotros mismos, para poder hacer las paces con quien somos, sin la necesidad de ayudar a los demás sin su consentimiento. Se están olvidando de ellos mismos, al ignorarse, con todo lo que esto conlleva. Mi experiencia a lo largo de los años me ha llevado a darme cuenta de ello.

Al final, cuando empiezan estos “seres generosos” a ir a su interior y conocerse, empiezan a ver la realidad de su vida y la de los demás. Entonces es cuando empiezan a comprender porque alguien vive lo que vive y su significado. A partir de entonces, respetan más las situaciones de los demás y permiten que vivan su propio proceso para aprender del por qué lo que les pasa. Nadie vive algo que no necesita vivir.

En uno de estos casos, la supuesta generosidad de este ser, se convirtió en amor y respeto hacia los demás y todo aquel que puede estar pasándolo mal. Todos tenemos un motivo, un sentido por el hecho de nacer en esta vida actual.

¿Qué sucede cuando alguien intenta ayudar a alguien que no lo ha pedido? Sencillamente, que los resultados no llegan a ser los esperados. Cuando uno deja que sean los demás quienes le solucionen sus supuestos problemas existenciales, está haciendo que él no cuente para él mismo y se incapacite, creyéndolo así, porque cree que no puede hacer nada en su vida. El papel de víctima aparece.

Cuando uno se ignora, todo malestar es posible.

Nuestra alma no ha venido a esta vida a pasarlo mal, sino a aprender a mostrarse ella misma a través nuestro. Si nosotros no hacemos nada para superar lo vivido, nos estamos bloqueando y permitiendo que todo lo de baja vibración, todo malestar, pueda ser en nosotros en cualquier momento.

Quizás conozcáis una expresión que dice: “No hay mal que por bien no venga”.  Todo, efectivamente tiene un sentido, incluso aquello no deseado que uno pueda llegar a vivir.

No podemos ayudar a alguien que no lo necesite para su proceso, porque la persona no estará capacitada para hacer este cambio y perdurar el bienestar en él después de hacer algunos cambios en él por parte de alguien ajeno a sí mismo. Cuando dependemos de los demás para nuestra felicidad, estamos cerrados a no ser nosotros mismos. Esto es lo que está sucediendo en nuestro mundo. La persona implicada tiene que dar el primer paso para aceptar los cambios en su vida. Si no es así, los cambios tan esperados no sucederán. Si alguien no está preparado, de nada sirve actuar para él para que cambie. Todo cambio procede de una apertura interior para llegar a ser y vivir según uno es. Si la persona está cerrada, de nada sirve lo que podáis llegar a hacer por ella.

Quizás podáis ver unos resultados, pero con el tiempo, como la persona no ha cambiado, volverá a vivir con algún malestar en su proceso. Este puede ser más o menos dramático, desastroso o definitivo, si uno no empieza a dar los cambios por si mismo y se abre a todo lo “bueno” que la vida pueda llegar a darle. No hay ningún malestar o algo malo en esta vida. Todo es una bendición para nuestra existencia actual. Todo tiene su sentido debido a la predisposición de uno y a las energías que irradiamos desde nuestro interior.

Si ayudamos a alguien en un momento determinado y él no nos ha pedido que lo hagamos, pero nosotros lo hacemos, el resultado será nulo, o bien, si parece que hubiera una especie de luz en su camino, con el tiempo, una tempestad volverá a él hasta que aprenda por sí solo y se abra para llegar a ser él mismo.

Recuerdo una situación que viví hace años siendo terapeuta. Alguien asistió a una visita conmigo. Cuando se fue se sintió mejor. En una segunda sesión volvió a pasar lo mismo, pero en ella le dije lo que le sucedía y que ella, la persona, debía de hacer cambios para que no volviera a sentir lo que estaba sintiendo. Al darse cuenta que ella debía de poner de su parte, al no estar preparada, dejó de venir a mí, mirando de encontrar a otro para que le solucionase lo que le estaba pasando. Ella no quiso poner de su parte, y por lo tanto, lo que podía sanar y establecerse dentro del bienestar, no estaba siendo.

Uno debe de poner de su parte. No podemos interferir en el proceso de cada uno, porque lo más probable es que no se vean los resultados queridos, y nosotros sentirnos mal al no ver el resultado deseado. Incluso, quien interviene puede estar creando un malestar en él mismo por querer intervenir en una ayuda no pedida.

Ayudar por ayudar no tiene un sentido espiritual. Podría comentaros otros casos vividos, pero creo que éste ya es lo suficientemente claro para darnos cuenta que es uno quien debe de dar el primer paso. Todo tiene un sentido, y por lo tanto, lo que debemos de hacer, inicialmente, es aceptar lo que vivimos. Luego, en medio de esta situación, mirar de qué manera nosotros podemos dar pasos para sentir la felicidad, el bienestar, la ilusión por vivir y qué cambios realizar en nosotros para estar bien, pidiendo ayuda en caso que así lo necesite.

Si alguien no está preparado, irá viviendo una y otra vez, una misma situación, la cual contiene el fondo del aprendizaje a realizar.

Recuerdo, también, un caso grave, el cual se me pidió si podía ayudar a alguien con una situación muy concreta y de cierto nivel espiritual. Era para ayudar a alguien sin la persona saberlo. Lo acepté. Fue la primera y última vez que realicé algo por alguien que no está preparado para ser él mismo, debido que necesita pasar por esta situación para su proceso evolutivo. Me di cuenta del por qué vivía lo que estaba viviendo esta persona, pero no sirvió de nada. La persona no me tuvo en cuenta.  Al final, decidí no tomar más casos si la propia persona no se ponía en contacto conmigo personalmente. Esto ya sería un primer paso a dar.

Ayudar está bien, y es una muestra de solidaridad y generosidad para alguien que está pidiendo ayuda personalmente. Cuando no es así, puede ser que, o bien no se obtengan resultados, o bien que con el tiempo vuelva a vivir una situación semblante, pero quizás más profunda e intensa.

Uno necesita vivir lo que vive para llegar a él mismo. Si queremos interferir en su proceso, no le estamos ayudando, sino a prolongar el dolor en él. Es uno mismo quien debe de dar el consentimiento para aprender de lo vivido. Entonces, la puerta del bienestar empieza a abrirse.

Todo tiene su sentido en nuestra vida.

Nuestra ayuda está dispuesta para aquel o aquellos que estén abiertos de corazón y acepten aquello diferente a sus creencias y su nivel de vida. Entonces, todo es posible.

 

Que el Amor y la Paz sean en cada uno de vosotros.

 

No hay comentarios: