miércoles, 16 de julio de 2008

María

Me gustaría compartir con vosotros una vivencia que tuve a lo largo de varios meses. Tiene que ver con alguien de los grupos de la Escuela de Espiritualidad que tuve hace tiempo. En este grupo concreto, debido al buen ambiente, una chica nos anunció su embarazo a todos los del grupo. La ilusión era grande, tanto por parte de ella, como por todos los que éramos allá, sintiendo la alegría de una nueva vida.
Aquella chica empezó a sentir pronto los síntomas físicos, fruto de su primera experiencia como portadora de vida.
A medida que iban pasando las sesiones de su formación espiritual, teniendo presente que en alguna no pudo asistir debido a los malestares y otros imprevistos, su vientre iba creciendo. Su volumen ya era notable y su cuerpo empezaba a acostumbrarse a la nueva vida que llevaba dentro.
En un principio, cuando todavía no se hizo ninguna ecografía, me di cuenta que sería una niña. Otra persona asistente en este grupo también lo confirmó más adelante. Pasado un mes, un mes y medio, los médicos confirmaron el género.
La vida que llevaba en su interior le gustaba asistir en nuestras sesiones de La Escuela de Espiritualidad. Se encontraba como en “Casa”.
En las meditaciones que hacíamos, ella, la nueva alma, se encontraba allí con nosotros, al lado de quien sería su madre en esta vida, colocándose al mayoría de las veces a su izquierda. Le hacía Reiki a su barriga, enviándole energía al que sería su cuerpo. A veces se colocaba a sus pies y se quedaba quieta, observando y recibiendo la energía que había en aquel lugar. Alguna vez acariciaba a su futura madre y le hablaba. Me mostraba la belleza que tendría cuando tuviera un cuerpo. Sabía que yo la veía y me sonreía al sentirse aceptada e integrada en aquel grupo, dándose cuenta que era bienvenida y amada por todos los presentes de cuerpo y del mundo de la Luz que nos reuníamos cuando hacíamos las sesiones de pureza espiritual y meditación.
Cuando realizábamos ejercicios con energía, ella se encontraba como pez en el agua. Se ponía entremedio de su madre y la otra persona e intervenía, siempre al lado de su madre terrenal. La chica embarazada llegó a notarla en algunos momentos. La nueva alma quería ser una más entre nosotros. Yo la veía en la sala, irradiando su luz y mostrando su actitud participativa. Cuando yo hablaba, ella me escuchaba y reconocía las palabras que transmitía. Le gustaba estar entre nosotros y asistir a las sesiones. Lo que allí se decía y experimentaba le era familiar. Se encontraba a gusto con nosotros.
En su momento, hacia finales del octavo mes, la futura madre me dijo que se movía mucho, y yo le respondí que así era porqué tenía ganas de venir y de salir del útero que se encontraba.
Debía de nacer a finales de febrero, pero me di cuenta que no sería así, sino antes. Le comenté que a mediados ya estaría entre nosotros y que a partir del día 13 ya podría ser.
El 14 de febrero recibo un SMS por mi móvil, diciéndome que al día siguiente, día 15 le ingresarían a las 7h. de la mañana para provocarle el parto. Así fue. Una cesárea fue realizada y el nuevo ser puesto en una incubadora por falta de peso. En una meditación realizada al día siguiente, este pequeño ser que se encontraba entre paredes de vidrio me dijo:
- Todo irá bien.
Un nuevo ser, de naturaleza índigo quería venir a este mundo, con una conciencia sobre lo que debía de hacer. Quería porque sabía de la Voluntad del Padre y lo que representaría su presencia en este planeta denominado Tierra.
Quería vivir con el alma que sería su madre física. A lo largo de su proceso també me di cuenta de la importancia de la nueva vida para su madre. Le comenté la muy buena relación que habría entre ellas. Su relación sería de amistad.
Una nueva alma se gestó en el vientre de una futura madre que empezaba a despertar la conciencia y a conocerse a ella misma. No era porqué sí, que ahora su hija quisiera nacer. Ahora, la que sería su madre estaría preparada para entenderla y ser amigas. Ahora sí, habría llegado el momento…. y todos nos alegramos y le dimos la bienvenida.
Una nueva vida amorosa apareció en el planeta. De nombre María, fue alimentada en el útero de una alma encarnada de nombre Mónica.
Todos vivimos el proceso del embarazo. De alguna manera, todos nos sentimos “tíos y tías” del desarrollo de un embrión y una alma para ayudarnos con su presencia, a poder ser más nosotros y elevar las energías del planeta.
Por todo esto:
Gracias María por estar entre nosotros, y a ti Mónica, para hacer un espacio dentro de ti y poder que ella, tu hija actual, haya podido desarrollarse con amor y ser amada. Vuestros vínculos serán grandes y la relación que tendréis será bella, de una gran amistad.
Dos almas se han reencontrado para continuar la buena relación empezada en otros tiempos.





















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