miércoles, 18 de junio de 2008

Quejas humanas

Una vez, un hombre, cansado de la desgraciada vida que llevaba decidió subir al cielo y pedir cuentas a quien sea por la situación de todos sus años hasta el presente.
Mientras se iba elevando se dio cuenta que los árboles y las casas se iban empequeñeciendo bajo sus pies. El enfado que llevaba era notable, y pensaba pedir explicaciones al encargado por haberlo pasado mal en el mundo en que vivía. A medida que se acercaba hacia la entrada del cielo, vio a la Tierra hacerse pequeña, dejando atrás las nubes que, estando en ellos no podía ver el firmamento. Ahora se encontraba en la infinidad del silencio. iluminado por la claridad de la presencia del sol mucho más allá de donde se encontraba. Elevándose y adentrándose en el vacío, que desde la Tierra se denomina cielo, llegó a un lugar donde había un entrada con un cartel que decía: “QUEJAS HUMANAS”. El hombre atravesó aquel umbral y se encontró con una gran cola de seres humanos, que como él, tenían la misma intención. Había de todas las razas y religiones. Quiso ver donde se encontraba el primero de la cola, y hubo de esforzarse para poderlo distinguir.
A medida que iba acercándose hacia la ventanilla, vio como todo aquél que se presentaba para protestar, se iba contento y aceptando las palabras dichas por quien le atendía. Todos se iban con una sonrisa en los labios y corriendo para volver a la Tierra.
Todo me resultaba extraño, pero en mi interior, iba pensando que diría cuando llegase mi turno: “que qué se habían creído el darme una vida como aquella, que si se pensaban que nosotros éramos muñecos con los cuales podían hacer lo que quisieran, que no había derecho en darme, a mi, una situación mísera y hacerme vivir todo lo que había vivido hasta ahora, que es injusto que unos tanto y otros tan poco o nada, que yo no he pedido venir a un mundo como el de la Tierra, y que hagan el favor de llevarme a un mundo mejor del que estoy, que allí no se puede vivir, que…….”
Haciendo estas reflexiones me di cuenta que ya me tocaba. Ante mí había un ser con una sonrisa dócil y una mirada profunda y afable. Toda su expresión era bondadosa y serena.
Él me miró esperando lo que yo le debía de decir, pero por momentos, no supe que decirle. Me quedé mudo, y por un instante no pude increpar a aquel ser que se encontraba ante mí. Me daba cuenta que ahora yo era el primero de la cola de espera pero parecía como si estuviera aislado, sintiéndome insonorizado con los de mi entorno, que eran muchos. Parecía como si solo nos encontrásemos aquel ser de aspecto de bonhomía y yo. Nadie más podía oírnos, como si estuviéramos solos. Por fin, recuperé nuevamente mi estado interior y de desconcierto por mi vida, recordando porqué me encontraba allí, ante quien podría, seguramente, darme una serie de explicaciones y resolver mi situación. Recordé porqué me encontraba allí y dije, medio enfadado, medio desconcertado:
- Quiero hablar con quien ha permitido que viva como lo estoy haciendo en la Tierra. Es injusta la situación que estoy viviendo y no hay manera de ser feliz. Todo son preocupaciones y nada me sale bien. Quiero hacer una reclamación y hablar con quien lo tenga que hacer para que esto no pase más.
Entonces, por arte de encantamiento, aquel hombre desapareció y me encontré ante mí mismo, diciéndome:
- ¿Me han dicho que quieres hablar conmigo?
¡Rayos! No podía creerme lo que estaba viendo: ¡¡¡era yo!!!. Me fregué los ojos y me quedé quieto no sé cuanto tiempo, intentando entender lo que había pasado y que lo que veía solo eran alucinaciones mías.
- No, no soy una imaginación – dijo aquel que era yo. Tu quieres hablar con quien pueda solucionar y cambiar tu situación en el planeta Tierra, y aquí me tienes. ¿Para qué querías verme?
- (Como pude y desconcertado porqué no entendía lo que me estaba pasando, dije): ¿Cómo te llamas?
Ahora sí que quedé totalmente paralizado cuando oí su nombre: ¡¡¡se llamaba como yo!!! Entonces continué diciéndole:
- ¿Me puedes decir que está pasando? Es algún programa tipo “cámara oculta”, ¿verdad? ¿Quién eres tú realmente?
- ¿Tú querías cambiar con quien te pudiera ayudar a cambiar la vida que llevas, no?
- (En silencio asentí con la cabeza)
- Pues bien, yo soy este que tú buscas. Dime, ¿de qué te quieres quejar?
- ¿De qué quiero quejarme? Tú, supongo, debes de saber la vida que llevo. Debes de saber que no hay nada que me salga bien, y continuamente tengo problemas de todo tipo porqué no hay manera de salirme de una situación que la llevo conmigo desde que tengo uso de razón. No es justo. No se puede vivir así. Estoy harto de no poder vivir como quiero. Esto no es vivir, por lo tanto, vale más no vivir. Es inaguantable. Sufriendo por todo y para mantenerme en vida. ¿Me puedes decir porqué vivo así, eh? ¿Me puedes decir tú porqué se me ha dado esta vida cuando hay otros que lo tienen todo y la vida les es mucho más fácil vivirla, teniendo para todo lo que necesiten y deseen?¿Me puedes decir porqué me pasa esto y no puedo hacer nada para cambiarlo? (Después de una pequeña pausa, nuestro ser humano continuó diciendo): Me siento ridículo hablando ante mí – dijo en voz baja – ante éste que tenía delante. Estoy hablando conmigo mismos, ¡qué locura!
- (Como si el yo que tenía ante mi no hubiera escuchado lo que le había dicho, me preguntó): ¿Cuál es su verdadera queja?
- ¡¿¡Pero que no lo has oído, te lo acabo de decir!?!
- No, sólo estabas quejándote por la vida que estabas llevando, pero no has definido el motivo por el cual has venido hasta aquí.
- Que estoy harto de la vida que llevo. No la quiero porqué solo me trae penas y desgracias. Todo son problemas y no quiero tener más. Quiero vivir una vida placentera y rodeado de riquezas. No quiero sufrir más.
- ¿Qué puedo hacer yo por ti?
- Tú sabrás, ¿es tu trabajo, no? ¿No eres tú quien puede ayudarme a cambiar de vida? Por eso he venido.
- ¿Crees que no vives una vida placentera y llena de abundancia?
- ¡¿Tú estás loco, o qué!? ¿Tú me ves la cara que tengo? ¿Me estás tomando el pelo o qué? (Y desesperado y enfadado le contestó): Por favor, avisa con quien pueda hablar y solucionarme lo que te he dicho, ¿de acuerdo? No me hagas perder más tiempo. ¡Sólo me faltabas tú, ahora! – dijo casi en voz baja.
- Muy bien, ahora le aviso.
Entonces el que tenía delante desapareció y al cabo de unos segundos volví a ver a alguien ante mí: ¡¡¡volvía a ser yo!!!
- ¿Es una broma, no?
- No, nosotros no hacemos bromas. Tú quieres hablar con quien pueda ayudarte y yo soy éste que estás buscando.
- ¿Pero tú eres el de antes, no?
- Sí y no. Yo soy ….. (y dijo mi nombre).
- ¿Quieres hacer el favor de no tomarme más el pelo? – dijo muy enfadado y casi chillando.
- ¡Mira esto!
Me enseñó unas imágenes mías en un monitor, unas imágenes de mi vida, que eran momentos en los cuales yo me sentía bien y era feliz. Eran imágenes de mi infancia y juventud, cuando conocí a la persona que le di mi primer beso porqué la amaba. El monitor me iba enseñando momentos de mi vida donde yo era feliz y me sentía bien conmigo mismo. También me mostraba instantes donde había ayudado a alguien y yo me sentía lleno de gozo porque había sido útil para alguien necesitado.
Estas imágenes me hicieron sentir bien, relajando mi corazón y mi espíritu. Incluso me mostró un momento que yo decidí por propia voluntad, pensar que los otros podían conmigo, sintiéndome muy poca cosa. Sí, incluso estas imágenes que yo decidí ser víctima de mi vida. Podía haber tomado otra decisión, pero no, dejé que los demás hiciesen de mi lo que quisiesen.
A continuación aparecieron unas imágenes como si fuese una película y yo me encontrase en el cielo a punto de venir a la Tierra, en el momento de nacer. Se me mostró momentos antes de venir al mundo, lo que sería la vida que había decidido tener, como si yo ya supiese la vida que viviría. Era maravillosa, llena de aprendizaje y ocasiones para sentir amor en mí. Vi, también, las oportunidades de poder ayudar a muchas personas una vez estuviera en vida (la que empezaría).
Por momentos sentí la plenitud en mí y lo mucho que representaba el hecho de aparecer en el planeta Tierra y vivir como un humano, dentro de un cuerpo, y como a través de él, poder acercarme a personas que necesitaban de mi presencia para continuar sus caminos. Me di cuenta de la importancia de venir a este mundo y el papel que representaría para muchas personas, y a pesar de mi carácter contestatario y rebelde, lo importante que sería para mi alma ser presente en estos momentos de la historia de la Tierra.
Momentos antes de descender y aparecer a través de un parto, también sentí el amor que había en mí y que no estaba solo. Amigos invisibles serían conmigo en todo momento, y aunque yo no los viese en vida, continuarían estando allí y ayudándome a recordar.
Todo esto lo vi, o mejor dicho, lo sentí en mi interior, como si lo que viera en aquel monitor sucediese dentro de mí en aquel instante. Fue muy extraño.
Me quedé quieto, en silencio, recordando todo lo que había sentido y visto. Por momentos me olvidé del porqué me encontraba allí, y una nueva energía me rodeó. Me sentía como encerrado en mí mismo con un poco de esperanza y sabiduría como si todo fuese para mi mayor bien.
En estos momentos se me juntaron muchas emociones y sentimientos a la vez. Uno de ellos era como si todo fuese temporal, y que aquello que yo me pensaba que era, no era; y que aquello que yo me pensaba que no era, era. Quizás no sé si me he explicado lo suficientemente bien, pero era esto lo que sentía. Entonces mi mirada se fijó en aquel que se encontraba ante mí, al otro lado del mostrador, dándome cuenta que yo y solo yo, podía tomar la decisión y tenía la capacidad de cambiar mi situación. Ahora entendía el por qué: “yo me había presentado ante mí, diciéndome que era yo quien me podía ayudar a cambiar mi situación”. Por momentos me pareció como si se hubiese encendido una luz y me permitiera verlo todo muy claro.
Dentro de mí sentí una fuerza que no había sentido hasta aquél momento. Me sentía capaz de cambiar aquello que, en el fondo, no me pertenecía porqué formaba parte de una vida ilusoria que yo me había creado.
Quien tenía ante mí, me sonrió, y yo le correspondí. Recordé lo que había de hacer en la Tierra, de bueno, quizás sin ser consciente del todo, pero que lo quería hacer. Rápidamente salí de la cola para volver al planeta de donde había venido.
El último que se había puesto a la cola de espera parecía enfadado y con una cara malhumorada. Parecía lleno de rabia cuando vio irse, con poca nitidez, al primero de la cola, corriendo hacia la salida.
Con cierto tiempo de espera, llegó a la ventanilla donde le atendió un ser con una sonrisa dócil en la boca y una mirada profunda y afable. Toda su expresión era bondadosa y serena. Él lo miró esperando lo que le quería decir, pero por momentos, el ser humano no supo que decirle. A continuación recordó porqué era allá y dijo enfadado:
- Quiero hablar con quien permite que viva como lo estoy haciendo en la Tierra. Es injusta la situación que estoy viviendo y no hay manera de ser feliz. Todo son preocupaciones y nada me sale bien. Quiero hacer una reclamación y…….

El resto de la historia ya la conocéis.

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